Un inocente juego
Fecha: 13/07/2025,
Categorías:
Otros Eróticos,
Autor: Spintria, Fuente: CuentoRelatos
... acabar con los pies amputados por pisar este suelo), comienzo a magrearme la polla para ponerla a tono hasta conseguir que alcance un buen tamaño, lo suficiente para dibujar su contorno a lo ancho del cielo azul. Es un pajarraco, rodeado de pajaritos.
Foto. Enviar… Me vuelvo a vestir. Vuelvo a mi mesa. Traguito de **** fresquita.
Sigue conversando con el lerdo humano, cuando levanta su teléfono a la altura de su cabeza con gran disimulo para que pueda ver lo que está mirando en este momento. Ha ampliado la zona de mis calzoncillos. Poco después me llega un mensaje. ¿Y eso? ¿Un pajarraco volando entre pajaritos?
Me parto de risa. Pero enmudezco rápido al verme a mí mismo como un puto loco que ríe solo en un rincón.
Y es que… tenemos el mismo sentido del humor.
¿Qué puedo pedirle yo? Todo lo que se me ocurre, no podemos hacerlo, o bien porque está con el mentecato ese, o porque jamás debemos rebasar los límites impuestos.
Espera. ¿Y si…?
Le escribo. Enviar…
Ya no suena su teléfono. Chica lista. Y veo que mira su pantalla, pero tarda en contestar para evitar cualquier posible sospecha. Chica mala…
Sabes que eso no puedo hacerlo… Es imposible ̶ leo en su mensaje. E inmediatamente, contesto.
No es imposible. Solo busca el momento… o me pondré muy triste.
Segundos más tarde, recibo un emoticono con rostro travieso. Debe mostrarme lo que le he pedido. Pero pasan los segundos. Los minutos. Y mi **** ya no está fresquita, así que pido otra con mucho ...
... hielo al hombre forúnculo, el cuál asiente desde la barra.
Se aproxima con mi refresco sobre una bandeja, junto con otras bebidas para distintos clientes, cuando se escucha berrear a un grupo de adolescentes en celo que andan liándola por la calle. Y en ese preciso instante, cuando el pazguato de su novio se da la vuelta, curioso, ella levanta unos centímetros el culo de su asiento, lo justo para poder bajar de forma veloz su pantalón y mostrarme, en un visto y no visto, su precioso y redondito culo, tan blanco como un copo de nieve. Las chicas ya saben de qué tono de blanco hablo…
̶ ¿Perdón? ̶ pregunto, todavía recuperándome de tal impacto visual, al Señor de los Granos.
̶ ¿… me la llevo? ̶ refiriéndose al vaso de caldo oscuro a temperatura ambiente.
̶ Sí, por favor… ̶ o si lo prefieres, te lo meto por el culo a modo de lavativa. ¿Qué cojones voy a hacer con eso? Pienso para mí.
Es la primera vez que lo veo en vivo. A pesar de haber sido un segundo, o quizá menos. Espectacular. Y la situación. El lugar. El contexto, en general. Todo ello lo hace más morboso.
Me toca ̶ leo en mi pantalla.
No pasa demasiado tiempo cuando me llega su mensaje. Y al momento recibo otro.
Vas a enseñarme la polla.
Vale. De acuerdo. ¿Y cómo cojones se supone que voy a hacer eso? Sería divertido ponerme frente a ellos en su mesa, bajarme los pantalones y poner sobre esta mis huevos peludos y mi bonita polla, pero tampoco me apetece pasar la noche en un calabozo.
Ve al ...