1. Tuve que decir adiós, con la braga todavía empapada por ti


    Fecha: 15/07/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Lara, Fuente: CuentoRelatos

    Un sueño, una realidad, un amor imposible.
    
    La lluvia caía con fuerza esa tarde, acurrucada en el sillón del salón con mis piernas ocultando mis pechos y una taza té caliente entre mis manos, la mirada perdida, viendo como las palmeras del jardín eran azotadas por el viento y en una parte de mi cabeza estabas tú, estaba el recuerdo del día anterior cuando me fuiste a recoger al trabajo.
    
    —Perdona Lara, hay un señor que pregunta por ti. –El teléfono de mi despacho había sonado y la dulce voz de Sonia, la recepcionista de mi empresa, me anunciaba tu visita.
    
    —¿Perdona?, ¿quién es?
    
    —Me dice que es un amigo, Jose dice que se llama y te trae un ramo de flores.
    
    —¿Jose? – Al oír tu nombre me empezó a temblar todo el cuerpo, un escalofrío me atravesó de alegría, pero también… de miedo.
    
    Nunca nos habíamos visto, le conocí hace ya tiempo por casualidad por medio de un correo que me envió por error y al cabo de pocos días los dos nos sentíamos muy cómodos, había nacido una relación, un amigo al principio y al cabo del tiempo algo más que un amigo. Siempre decíamos de quedar y conocernos y siempre había una oportunidad frustrada una vez más por una cosa u otra y siempre la lucha interna en mi interior, quería si, pero y mi novio, me convencía a mi misma que solo sería una comida, una cena, pero sabía que terminaría acostándome con él, sabía que me deseaba y yo… yo a él también.
    
    Nada más salir del ascensor, justo enfrente mirando con atención unos cuadros estaba él, ...
    ... alto, delgado, con un ramo de rosas rojas en sus manos y… guapo, muy guapo, todas las chicas que estaban allí parecía que lo estuvieran devorando con la mirada, todas me miraban con envidia una vez que me acerque a él y nos besamos al saludarnos, sentí una especie de escalofrío cuando sus labios rozaron mi mejilla, notaba no solamente como nos miraban sino también sus comentarios silenciosos me atravesaban, así que subí nuevamente a la oficina, cogí mi chaqueta, el bolso y me fui con él fuera de aquel edificio para que pudieran hablar de nosotros, sabía que al día siguiente sería la comidilla de toda la oficina y las preguntas como estas ¿quién era ese hombre?, ¿no es su novio, verdad?, ¿pero, no se va a casar?, qué suerte, un hombre así que le traiga rosas, pero ¿quién es?, no tardarían en aparecer.
    
    Llovía muchísimo y enseguida nos resguardamos en una cafetería cercana, estaba feliz de conocerlo al final, estaba radiante cuando por fin me dio las rosas y las olí mirándole fijamente a los ojos, no podía parar de mirarle, me parecía increíble tan increíble que me olvide de donde estaba, de que era digámoslo de esta manera territorio peligroso donde mucha gente me conocía como para que dejara que nuestras manos se juntaran y me dejara acariciar con su dedo pulgar suavemente, hablábamos de todo un poco, saltábamos de un lado a otro, los dos estábamos nerviosos y deseosos de besarnos, pero no lo hicimos, en más de una hora hablando solo sentí sus caricias en mi mano y como me ...
«1234...»