Happy
Fecha: 21/07/2025,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Havelass, Fuente: CuentoRelatos
... hacia abajo y, efectivamente, una de mis tetas se había deslizado por encima de la solapa de la bata. Me reí.
«Oh, Lorena, oh, uf, uf, uf», Rafael botaba sobre mí como un poseso; me tenía a punto, es decir, yo estaba a punto de tener un orgasmo. «Sigue, sigue, Rafa, ah, aahh». Rafael trataba de chuparme las tetas, que no cesaban agitarse debido a sus arremetidas: a veces con su boca abierta acertaba a lamerme un pezón, a veces abarcaba un seno completo… «Ya, ya, viene, oh, ohh, Lo-re-na oouughh», rugió Rafael al correrse; «Aahh», grité yo, corriéndome también. Después de quitarse el condón, Rafael y yo nos separamos y nos quedamos tumbados de espaldas sobre el colchón con los ojos completamente cerrados. «¿Te ha gustado?», pregunté; «Uf, sí, Lorena mucho, ha sido un polvazo, ¿quieres mirar el depósito del condón?»; «Sí, a ver…». Pinzó el látex de un extremo con sus dedos y me lo mostró. «Madre mía», exclamé, «¡cuánto semen has echado!»; «Por cierto, gracias por habérmelo prestado», dijo Rafael. «Ni para condones tiene*, pienso.
«Varios lustros después, Lorena, en mitad de la noche, separaba sus bronceados muslos para que su marido le echase un polvo. Bajo el edredón, la calentura era mucha. ‘Lorena, qué buena estás, oh, Lorena, oh…’, susurraba el marido mientras metía y sacaba su polla del coño de Lorena; ‘Chúpame las tetas, cariñito mío, por favor, chúpamelas, y córrete pronto, que tengo que madrugar'», relata Julio, cual ventrílocuo, alternando una voz femenina y ...
... otra masculina según se tratase de la protagonista o bien del narrador; «Julio, te burlas de mí», exclama Lorena. Ambos están en la pradera que hay pasados los edificios de Olletas, el barrio limítrofe de la ciudad por el norte. Es de día. Es mediodía. El sol hace verdear la hierba con más intensidad de la normal. Se están tomando, ya casi los han acabado, dos bocadillos de mortadela y dos latas de cerveza. «No me burlo, Lorena», niega Julio, «simplemente me haces reír, enlazas un romance con otro…, y al final…»; «Bah, soy una desgraciada», se juzga Lorena, «si tuviese la suerte que tuvo Adela…»; «Adela», evoca Julio, «Adela…».
Adela se paseaba por las calles de la barriada en pijama. Adela era voluptuosamente gorda y bella: carecía de complejos. Los hombres se le acercaban y le proponían sexo. Adela elegía con quién y se lo llevaba a su casa. Adela cobraba. El sexo con Adela era prometedor. Poseedora de una figura de una venus del Paleolítico, los machos quedaban saciados; y ella, diosa del amor, también…
«¿Quién es Adela?», pregunta Julio; «No me jodas, Julio, ¿no te acuerdas de Adela?, esa amiga mía del instituto…, yo te la presenté en la Zero una noche y os enrollasteis…»; «Ah, espera, sí, la gorda, sí…, qué tía…, acabó casándose con un rico perulero, ¿no?; «Exacto, esa…, tan puta como era la tía y dio al final con un ricachón que la tiene a cuerpo de reina…, mira, hace unos días me envió una foto, observa», Lorena saca su móvil del bolsillo trasero del pantalón y abre ...