Happy
Fecha: 21/07/2025,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Havelass, Fuente: CuentoRelatos
... la aplicación con las fotos. Julio ve una piscina muy azulada flanqueada por palmeras y, en el centro, sobre un colchón hinchable a la deriva ve el robusto cuerpo de Adela cubierto tan sólo por una tanga y unas gafas de sol; las inmensas tetas se le desbordan por los costados y las morenas areolas culminadas por los pezones brillan untadas de aceite corporal. «Vaya, qué tía», comenta Julio; «Tengo otra foto suya, pero esa no te la voy a enseñar», ríe Lorena; «Va, venga, enséñamela», pide Julio; «No quiero herir tu sensibilidad», se burla Lorena; «Venga ya, Lorena», protesta Julio; «Es muy porno», susurra Lorena. Y se la enseña.
Lorena ha quedado con Tomás esta noche, y piensa que esa puede ser su oportunidad. No quiere trabajar más. Tomás es un hombre maduro al que conoció durante una reunión de accionistas a la que Lorena acudió a una orden de la agencia de azafatas para la que trabajaba. Tomás, durante el evento, cada vez que podía, metía su peluda mano bajo la falda del traje chaqueta que vestía Lorena; le palpaba el interior de sus muslos, el culo e incluso el coño por encima de la telita de las bragas. Tomás era bromista, apuesto y lanzado. Esta noche ha quedado a bordo del yate que tiene atracado en el muelle uno.
Accedí al yate por una pasarela muy adornada. Era de noche y las luces de la ciudad se reflejaban en las calmadas aguas del puerto. Yo llevaba puesto un vestido de cuello profundo de manga larga debajo de un abrigo de pelo sintético. «Hola», dije ...
... alzando la voz, pero nadie respondió. «¿Tomás?», dije, repitiendo el tono anterior. De pronto, salió ascendiendo de una escalera oculta en la cubierta un hombre al que yo no conocía. Era un africano esbelto ataviado con ropa de faena. «¿Qué desea señorita?», preguntó; «Estoy buscando a Tomás», respondí; «¿Tomás?, no hay aquí ningún Tomás»; «¿Y quién es el dueño de esto?, inquirí abriendo los brazos; «En estos momentos está ausente, así que, digamos…, digamos que soy yo»; dijo seductoramente el africano fijando su mirada en la preciada presa europea que tenía delante; «¿Tú?… tú…».
Tomás le habría tomado el pelo, pero ella no se iba a ir sin una recompensa por el tiempo invertido.
«Bueno, chico, pues…, nada, me voy por donde he venido…, a no ser que…, en fin, ya que estoy aquí, me podías enseñar el barco».
La polla de Happy era una barra maciza de bronce que yo saboreaba con deleite mientras él me metía la lengua en el coño. Ante mi vista, los hinchados cojones de Happy se movían cada vez que él alzaba su pelvis para penetrar mejor en mi boca. Mis gemidos se mezclaban con sus jadeos, componiendo una música que acariciaba mis sentidos. Yo quería que se corriera en mi boca; quería eso y correrme yo, así que me contoneaba para que mi clítoris se rozara con su lengua todo lo más que pudiera. «Nena, nena…, uff», oí a mi espalda como si fuese una llamada, «nena, ne-na…» Happy estaba a punto de correrse. Mmm, sí, lo estaba deseando. «Nena, nena… «Mmm, mmm, mmm»; «Oh, sí, sí, nena, ...