La hermana de mi amigo (I)
Fecha: 21/07/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Tenorio, Fuente: CuentoRelatos
Ana tiene cuatro años menos que yo, es la hermana menor de uno de mis mejores amigos. Hace unos cinco años atrás tuvimos una pequeña aventura, si es que se le puede llamar así a dos oportunidades en donde sólo nos besamos, luego de eso nada prosperó y seguimos encontrándonos en diferentes eventos sociales, siempre manteniendo la buena onda y cordialidad. Hoy en día yo llevo tres años de relación con mi pareja, mientras Ana tuvo diferentes parejas durante ese tiempo.
Un par de meses atrás, Ana y yo nos reencontramos en la casa de campo de mi amigo. Fuimos un grupo de cuatro compañeros del colegio con la intención de desconectarnos, por lo cual nuestras principales provisiones fueron alcohol, marihuana y hongos alucinógenos. No esperaba encontrarme con Ana (hoy de 27 y yo de 31 años) por lo que su llegada me causó sorpresa y también mucho gusto, ya que otorgaba un cambio en la dinámica en un grupo de solo hombres.
Tal vez fueron las sustancias ingeridas, pero en un momento de la noche, la música que ambientaba la velada, se convirtió en música para bailar en grupo, sin embargo, no podía evitar sentir que Ana se acercaba cada vez más a mí, me miraba y se reía coquetamente. Mi confirmación llegaría cerca de las cinco de la madrugada, cuando Ana y yo estuvimos solos unos minutos y me confesó sin tapujos que al estar bailando había sentido una gran atracción hacia mí y quería concretar “algo”. Aproveché el momento para también confesarme, decirle que era recíproco y, a la ...
... vez, complejo, por mi situación sentimental. A pesar de que el momento de confianza entre los dos dio paso a un coqueteo solapado y oculto de los otros participantes, todo quedó ahí, hasta ese entonces.
Dos días después recibí un mensaje de Ana, contándome que no ha dejado de pensar en mí y que no le importa ser “la otra”. Me hice el desentendido y le pedí que me explicara qué significaba todo eso. Me dijo que había quedado con ganas de mí, que hace tiempo no le pasaba y necesitaba concretar todo lo que en su mente se imaginaba. Quise ahondar en esos pensamientos y esta indagación resultó en días de conversaciones que, paulatinamente, iban subiendo de tono. Entre las promesas de mordiscos, besos mojados, fuertes agarres de cadera y embestiduras, surgió la fecha, hora y lugar para hacer todo realidad.
Llegado el día toque a su puerta, nos saludamos un poco nerviosos, destapamos un par de cervezas y sentados en su cama hablamos de nimiedades, dilatando lo inevitable, sin saber cómo comenzar. Tomé valor, la interrumpí y le dije “quiero hacer algo que siento necesario para romper el hielo”, tomé suave pero firmemente su cara con mis manos y la besé, primero lento, delicado, aumentando poco a poco la intensidad, moviendo mi mano derecha hacia su nuca, jugando de a poco con nuestras lenguas hasta llegar a la desesperación y finalizando con un mordisco en su labio inferior y un par de besos en su cuello. Al reincorporarme nos miramos y, en menos de un segundo, me devolvió el ...