La hermana de mi amigo (I)
Fecha: 21/07/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Tenorio, Fuente: CuentoRelatos
... beso, un beso húmedo, caliente, apretado, desesperado, que nos llevó a acostarnos en la cama, yo encima de ella, agonizando de una calentura gestada días atrás. Sin perder el tiempo comencé a tocarla descaradamente, mientras acomodaba mi evidente erección entre sus piernas, presionando cada vez con más fuerza. Con una de mis manos fui aventurándome debajo de su polera y, gratamente sorprendido, sólo me encontré con su piel suave, tibia y sus exquisitos y firmes senos que carecían de sostenes que los cubrieran. Con una lujuria en aumento debido a este último descubrimiento, me apresuré a sacarle su polera, comencé a besar su cuello y fui bajando hasta encontrarme con sus pezones duros y erectos. Me quedé ahí un buen rato, besando, lamiendo, mordiendo, hasta que las expresiones de placer de Ana eran cada vez más evidentes. Entonces, seguí bajando recorriendo su vientre con mi boca, hasta que topé con sus pantalones, los que raudamente retiré para que no me estorbaran, dando paso a una pieza de ropa interior minúscula, con detalles de encaje y de un color magenta que contrastaba de hermosa manera con su piel color mate. Este último detallé terminó por enviar toda la poca sangre que aún circulaba por el resto de mi cuerpo hacia mi pene. Sentí la tentación de sacarle todo, despojarme de mi ropa y penetrarla de inmediato, pero quería que ese paso se dilatara lo más posible y me concentré en disfrutar la escena ¿cómo desaprovechar tan perfecto cuerpo luciendo tan excitante prenda? ...
... Me levanté para sacarme la ropa y quedar en igualdad de condiciones. Mi pene duro casi salía por un costado del bóxer. Volví a acostarme encima de Ana, esta vez rozando nuestras entrepiernas como preámbulo a lo que vendría después. Quería seguir maravillado por lo bien que lucía Ana en ropa interior, así que le pedí que se acostara boca abajo, me quité la ropa interior y, mientras besaba su espalda, frotaba mi pene entre sus piernas y su culo, lo que calentó notoriamente a Ana y aceleró su respiración. Luego de un par de minutos así, se dio vuelta, me besó nuevamente y me pidió que le sacara la ropa interior. Quise obedecer de inmediato, pero preferí volver a probar su cuerpo con mi boca hasta llegar a la prenda en cuestión, la cual comencé a mover usando mis dientes, mientras acercaba mis labios y lengua a las partes que iban quedando descubiertas.
Finalmente quedamos desnudos los dos y, en un gesto de invitación, abrió sus piernas y con sus ojos entreabiertos me susurró “ven”. Me abalancé encima de ella en un beso que denotara la calentura que me embargaba, permitiéndole sentir ni erección, sin hacer intento de entrar. Quería que desesperadamente me implorara que la penetrara, por lo mismo, me detuve y comencé a jugar con mi pene pasando el glande suavemente sobre sus labios vaginales y luego en su clítoris, el cual fui masajeando de a poco y cada vez con más fuerza. En ese punto mi pene ya se encontraba muy mojado, y con esos masajes, la vagina de Ana rápidamente se fue ...