1. La hermana de mi amigo (I)


    Fecha: 21/07/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Tenorio, Fuente: CuentoRelatos

    ... empapando, hasta que en un momento fue a agarrar mi pene y yo, juguetonamente, le dije “aún no”. Su única respuesta fue un “¿ah sí?” que derivó en un rápido movimiento donde se acomodó para comenzar a hacerme sexo oral, el sexo oral más rico que me habían hecho hasta ese momento en la vida. Me besó, lamió, masturbó y acarició como queriendo hacerme acabar y creo que notó la efectividad de sus acciones, porque cuando se detuvo me dijo “quiero que te vayas dentro mío” ¿Cómo negarme luego de tan placentera confesión? Coloqué la punta de mi pene en la entrada de su vagina, me acomodé encima de ella y la penetré firme y profundamente y esa primera embestida la coroné con un beso desesperado, como queriendo devorarme su boca y mientras seguía penetrándola lenta pero profundamente no dejé de besarla. Qué exquisitez más grande fue estar dentro de Ana, su vagina empapada y estrecha se sentía como estar en el cielo y sus gemidos, primero ahogados y luego libres y escandalosos, me invitaban a llenarla de semen, pero quería hacerla acabar, quería que disfrutara tanto o más de lo que yo estaba disfrutando. Se me hizo casi imposible mantener un ritmo lento y comencé a entrar más fuerte y aún más profundo, hasta que en un momento, casi sin aliento, me pidió que se lo metiera bruscamente y hasta fondo y dejará mi pene ahí. Por supuesto que obedecí y añadí un mordisco de uno de sus pezones. Su respuesta fue una serie de espasmos de su cuerpo ...
    ... acompañados por un gemido exquisito y sus manos enterradas en mi espalda.
    
    Gocé su orgasmo casi como si hubiese sido mío, pero yo no había eyaculado, así que le pedí que me montara. Ana ni siquiera titubeó y se subió a mi pene, mientras yo disfrutaba la escena. Ver su cuerpo esbelto, su piel hermosa, sus senos y sus piernas meciéndose encima de mí me tenían en éxtasis. No sabía donde dejar mis manos, quería poseerla por completo, tocarla entera. Me incliné hacia ella para morderle sus pezones, sus ricos pezones que seguían firmes y duros. Después la atraje hacia mí para besarla. Pude darme cuenta que nuestros besos mientras la penetraba nos calentaban mucho más, ayudaban a llegar al orgasmo, así que la tomé firme de sus piernas y cadera, comencé a subir aún más mi entrepierna y la besé, la mordí, la miré de cerca a los ojos y le dije “vámonos juntos, avísame cuando pueda acabar”, así pasó menos de un minuto cuando escuché entre gemidos “¡ahora!”. Sentí como si litros de semen fueron expulsados desde mi pene hasta la vagina de Ana, quien al sentir el líquido caliente en sus entrañas expresó deliciosamente “¡qué delicia!”
    
    La noche acabó en un par de horas más, horas que aprovechamos al máximo haciéndolo tantas veces como nuestros cuerpos lo permitieron. Sabíamos que era un juego, lo que desconocíamos, es que era un juego que nos iba a llevar a tener el mejor sexo de nuestras vidas y que se repetiría, por lo menos tres veces más. 
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