Mi historia con una mujer maltratada (7)
Fecha: 26/07/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: Tmy456, Fuente: CuentoRelatos
... sea chef, pero no importa, seguí.
—La segunda es cómo fornicás.
—Esa ya la sé también.
—Re seguro de sí mismo el tipo, se rio.
—Y... boluda, si siempre que te cojo gritás o gemís, ¿cómo no voy a estar seguro de mí mismo si me lo hacés saber todo el tiempo?
—Tenés toda la razón.
—Por fin una mujer me la da, ¡vamos!
—Jajaja.
Habíamos terminado de comer y estábamos viendo una peli romántica que yo elegí en el futón. Nos desnudamos mutuamente y dejamos la ropa tirada en el piso. Nos acariciábamos con cariño. Tocaba mi pecho, mi abdomen, mis piernas, mi cara, mis brazos fibrosos. Yo tocaba sus hombros, su cuello, su nuca, sus senos, su pelo. A veces me rasguñaba sin querer, pero porque tenía las uñas muy largas. Yo sé que no lo hacía a propósito. Igual a mí no me dolía, así que daba lo mismo. Ni había terminado la película y me dice:
—¿Vamos a la cama?
—Nada me gustaría más en este momento que ir a la cama con vos, mi amor.
Nos levantamos del sillón y fuimos al cuarto, ella abrazaba mis bíceps, los besaba y los chupaba con pequeñas succiones.
Nos acostamos y me preguntó:
—¿Qué querés hacer hoy?
—No sé, decime vos, respondí.
—¿Te gustaría hacer misionero?
—¿Te gusta esa posición?
—Nunca la probé, pero si te copa la podemos practicar.
—No tengo problema.
Agarró un forro de la mesita de luz y me lo mostró, sonriendo.
—Esta vez sí compré XXL.
—Esa es mi chica.
Me empezó a tocar por arriba del calzón y se levantó ...
... lentamente, hasta que tomó la solidez de una roca, ese fue el momento en el que me bajó el bóxer, me masturbó un poco para excitarme y me puso el preservativo. Ella se acostó boca arriba y yo me coloqué sobre ella.
—Quiero que tomes el control total de la situación, dijo.
—Por supuesto, mi amor...
La penetré lentamente y de manera suave. Ella enroscó sus piernas en mi cintura. Yo apoyé sus brazos sobre el colchón y los tomaba con algo de fuerza. En todo momento nos mirábamos y nos besábamos. Hasta que ella se quejó:
—Ouch.
—¿Qué pasa?
—Me duele.
Se me paró el corazón. Dejé de penetrarla al instante.
—¿Qué te duele?, pregunté preocupado.
—Lo sexy que sos Tommy, dijo.
Y se reía la conchuda.
—Hija de puta, me cagué todo.
—Jajaja.
—Sos una boluda, pensé que te dolía algo en serio, dije frunciendo el ceño.
—Eu, no te enojes, era una broma nada más, dale.
Me acarició la cara con una mano, con la otra se tocaba un pecho y se mordía los labios de manera sensual.
Estaba enojado, pero tampoco iba a dejar de tener sexo por una broma pelotuda. Seguí mirándola con bronca durante unos segundos. Y después dije ¿para qué? ¿para que se enoje conmigo después? ¿para amargarme?
Se la metí de vuelta. Estimulaba su clítoris lo más que podía con sus dedos.
—¿Más rápido?, pregunté.
—Sí, por favor.
Fui metiéndola y sacándola más deprisa.
—¿Te gusta así?
—¡Dios! ¡Esto es buenísimo! ¡No pares!
Poco a poco iba subiendo la velocidad, hasta que ...