El nuevo curso (VI)
Fecha: 30/07/2025,
Categorías:
Gays
Autor: ShatteredGlassW, Fuente: CuentoRelatos
–Ha sido un error.
–¿El qué?
–Lo nuestro. Ha sido un error, una equivocación. No volverá a suceder– afirmó tajante Mauro mirando fijamente a Raúl–. No eres más que un crío, y yo soy tu profesor. ¿Te has parado a pensar qué será de mi carrera si se descubre que nos hemos acostado? Me quitarán la cátedra, será un escándalo, mis amigos me llamarán de todo y dirán que me he cambiado de acera. Ha sido un error y no pienso repetirlo de nuevo. Te ruego que salgas de mi vida, ya has jugado bastante con ella. Vete, antes de que me la destroces.
–Lo entiendo. Yo… lo siento.
Mauro había esperado una pataleta, gritos y que le montase el número, pero para su alivio y también decepción, Raúl había claudicado de inmediato. Con la mirada baja y los ojos anegados en lágrimas había rebuscado en su cartera, lanzado unas pocas monedas a la mesa para pagar su café y se había ido. No había mirado atrás ni una sola vez.
A pesar de las dos semanas transcurridas el recuerdo todavía se presentaba en la mente de Mauro sin que este pudiese hacer nada para impedirlo. La parte racional de su cerebro intentaba convencerle de que había tomado la decisión correcta, pero eso no lo hacía más fácil. Se había arrepentido de sus palabras en ese mismo momento, pero no había hecho nada por enmendar su error, por disculparse. Se había limitado a pagar su parte y marcharse a su casa a paso tranquilo, a preparar sus clases y a fingir que nada había cambiado, que aquel encuentro fortuito no había tenido ...
... mayor trascendencia. Puras patrañas. Raúl había trastocado su vida por completo.
El despertador le recordó insistente que debía levantarse de la cama y prepararse para el nuevo año académico en la universidad. Ser profesor le había llenado siempre de un fiero orgullo que no ocultaba. Amaba enseñar, amaba la química, y hasta hacía escasamente un mes había creído que el pináculo de su amor era el que mostraba por su esposa, incluso doce años después de su fallecimiento debido a un cáncer de mama. Mauro la había querido desde el instituto hasta que despidió sus restos en el cementerio local. Su muerte le sumió en una espiral oscura de la que sólo consiguió escapar a duras penas aferrándose a sus clases. Día tras día se levantaba tan solo para acudir a su aula, plantarse delante de más de cincuenta alumnos y desgranar una lección que conseguía reavivar los rescoldos de lo que no hacía mucho había sido una apasionada hoguera.
Rescoldos, solo rescoldos. Ni siquiera las exangües brasas conseguían hacer frente a la profunda oscuridad a la que se había enfrentado cada día. Poco a poco, el tiempo fue suavizando el dolor, difuminando sus afilados bordes hasta dejarlo reducido a una molestia constante. De haber hablado de ello con alguien lo habría descrito como algo semejante a la artritis, pero dentro de su pecho: había días donde apenas sí notaba un par de punzadas y días donde la oscuridad y el dolor eran tan intensos que le costaba incluso respirar. Y pese a ello, jamás faltó ...