El nuevo curso (VI)
Fecha: 30/07/2025,
Categorías:
Gays
Autor: ShatteredGlassW, Fuente: CuentoRelatos
... desafiantes y apáticos en su mayoría. Por cada uno que de verdad tenía interés bregaba con diez que no tenían ni las más remotas ganas de estar dando clase cuando podrían estar en la piscina o de fiesta. Y el noventa por ciento de su clientela adulta era igual. Cuando pensaba que ya les tenía calados a todos, apareció Raúl.
La segunda alarma del despertador le evitó ir por ese camino. Con movimientos pesados apartó el cobertor de la cama y se incorporó. Por inercia revisó el teléfono. No tenía mensajes nuevos. Antes de la muerte de su mujer había sido una persona sociable y extrovertida, rodeado de amigos. Ahora nadie le escribía salvo sus alumnos y Alberto. Deseaba recibir un mensaje de Raúl y a la vez la idea le llenaba de inquietud. Su silencio no le gustaba. A pesar de haberle pedido que se alejase de él no esperaba que claudicase con tanta facilidad, no casaba con el chico que él conocía. Con pasos lentos entró en el cuarto de baño, estudiando su reflejo en el espejo que colgaba sobre el lavabo.
Nunca había sido mal parecido, pero el dolor había dejado una huella profunda en su rostro que se traducía en una arruga en el entrecejo que nunca se iba del todo. Sus ojos eran de un marrón oscuro semejante al ébano, ocultos en parte por unas pobladas cejas negras y con profundas ojeras purpúreas por debajo. La nariz recta, los labios finos y la mandíbula ancha. Siempre despertaba con una barba que ya presentaba dos tonos: gris y negro. Encendiendo la maquinilla eléctrica ...
... se deshizo de ella mirando al hombre ceñudo del espejo. Su corto pelo negro seguía espeso, sin entradas, aunque salpicado de canas prematuras en las sienes. Para sus treinta y siete años, seguía siendo atractivo, y aún así… ¿qué habría visto en él?
Abrió la puerta del armario. Aunque su estilo clásico estaba pasado de moda, no podía evitarlo. Le gustaba llevar camisa, chaleco y pantalón recto de vestir. Le daba una sensación de autoridad que ayudaba a mantener a sus alumnos a raya. Las camisas eran casi todas azules o blancas, aquí y allí alguna gris siempre en tonos suaves. Los pantalones oscuros y los chalecos de rayas diplomáticas o estampados sutiles. Los zapatos siempre negros. Bóxers siempre blancos, negros o grises. Incluso Alberto coincidía en afirmar que su vestuario era aburrido. La verdad es que nunca le había importado, siempre se le había elegido Ana y era ella la que apostaba por el color. Desde que ella no estaba, ni siquiera tenía fuerzas para preocuparse por cambiar un poco de imagen. Ni siquiera en verano renunciaba a las camisas y a los pantalones largos, se limitaba a quitarse el chaleco y la corbata.
Desayunó una taza de café solo. Sin conseguir juntar ganas suficientes para comer algo sólido. La última vez que se sintió verdaderamente hambriento había sido con Raúl a su lado. Todo lo bueno que le había pasado últimamente había sido gracias a él. Y en lugar de ser agradecido y reconocérselo, le había alejado de él. Le había roto el corazón. Mientras ...