La putísima madre (capítulo 1)
Fecha: 07/11/2018,
Categorías:
Incesto
Autor: juliomarkov, Fuente: CuentoRelatos
... vuelve más tarde: va a jugar al tenis con sus amigos del club.
“Pero qué pedazo de gil, ir a pajerear por ahí teniendo esta diosa en casa, y vestida como putita. Yo la estaría garchando todo el día. No le sacaría la pija ni para dormir”, pensé. Es que las mujeres así necesitan mucha pija; y si te distraes, aunque sólo sea por un minuto, se buscan otra. También me preguntaba si mi viejo daría la talla. Calculé que para satisfacer a una mujer con un cuerpo como ese había que tener tremenda pija y el rendimiento de un actor porno.
No sé qué fue lo que me pasó por la cabeza en ese momento, quizá un posible drive de derecha de mi viejo jugando con sus amigos, lo cierto es que sin siquiera pensar lo que estaba haciendo, me acerqué a ella y le metí una fuerte palmada en la cola: ¡Pafff!
–¡¿Qué hacés tarado?! –exclamó sorprendida mientras enderezaba su cuerpo y llevaba su mano hacia la nalga afectada.
Quizá producto de los nervios, no se me ocurrió otra reacción más que comenzar a reír.
–Te dije que era mejor el sillón: más seguro –le dije ahogándome en mi propia carcajada.
Ella me miró seria, con rostro vengativo, entrecerrando sus ojos como quien piensa “ésta me las vas a pagar”, y se marchó hacia el living. A pesar del gesto adusto, se fue a paso lento, contoneando su cuerpo en forma exagerada, mostrándome semejante orto y meneándolo como una puta.
Yo no dejé de pensar en ella el resto del día. Seguro que me estaba provocando la hija de puta. Seguro que le ...
... excitaba ver cómo me calentaba su hermoso culo. Todavía no entendía cómo me había animado a darle una nalgada, lo cierto es que mi mano aún conservaba en su memoria la firmeza de ese glúteo macizo. Esa noche, argumentando algún tipo de cansancio extremo, o quizá un malestar estomacal, cancelé la salida con mi novia y en su lugar me hice cinco pajas en honor al culazo de mi vieja.
Al día siguiente, ni bien me desperté, bajé corriendo las escaleras en busca de más argumentos que me permitieran jalarme la pija con verdadero fundamento. Mi madre estaba preparando el almuerzo, así que me dirigí raudo hacia la cocina. De pasada salude a mi padre que estaba en la sala principal mirando televisión. Al llegar a mi destino me desayuné con la mala noticia de que mi vieja ese día llevaba un vestuario decente, como acostumbraba usar antes de su repentino emputecimiento, que parecía haber sido sólo de un día. Pensé que quizá se había avergonzado tras mi palmada irreverente del día anterior. La saludé disimulando mi lógica decepción:
–Buen día.
–Buen día nada, estoy enojada. Ayer te pasaste del límite –me musitó sin voltearse a verme, y confirmando mi teoría.
–Perdoname, ma, fue una broma.
Luego de unos instantes de silencio, me ofrecí a ayudarla en sus labores, un poco como forma de compensarla por mi osadía y otro poco para cambiar de tema.
–Si querés colaborar podés cortar el pasto del fondo, que está larguísimo –me dijo tras breve vacilación y señalando con su dedo, a ...