Unas vacaciones con mis tías (1): La llegada a la playa
Fecha: 16/08/2025,
Categorías:
Incesto
Autor: Alfil-1, Fuente: CuentoRelatos
... encantado, a la playa y con el coche de mi madre a mi disposición, ¡eso iba a ser la leche! El verano y la playa es una buena conjunción para ligar que era lo único que tenía en mente. Cuando llegamos al pueblo costero donde vivían, vi el pequeño puerto donde se mezclaban barcos de pesca con otros de recreo. A la cabeza me llegaron recuerdos de la infancia cuando mis tías me bajaban a la playa y a veces nos dábamos un paseo en barco. Después de recorrer el paseo marítimo cogimos la carretera que ascendía por la colina y a un par de kilómetros allí estaba la casa donde me lo pasaba tan bien de pequeño. Toqué el claxon y al momento mis dos tías salieron a saludarnos a la vez que abrían la verja del recinto que rodeaba la casa. Me quedé sorprendido, la verdad es que no la recordaba tan grande desde el exterior. Tenía un pequeño jardín a la entrada con un trozo asfaltado para llegar al garaje.
– Pasa, pasa! Mételo en el garaje que hay sitio de sobra.
Gritó mi tía Soledad, Sole para la familia, que era la mayor y por entonces tenía cuarenta y ocho. Mi tía Cándida, aunque la llamábamos Candi, era la mediana con cuarenta seis, nos saludaba con las dos manos y una amplia sonrisa. Antes de meter el coche en el garaje que era un cobertizo al lado de la casa, paramos para salir a saludar. Nos abrazamos y nos besamos con entusiasmo, pero mi obsesión por el sexo volvió a alborotar mi mente. Hacía como diez años que no las veía y ahora las miraba con otros ojos. Sole, la mayor, era ...
... una mujer muy sensual llena de curvas que disimulaban los dos o tres kilos de más que posiblemente tenía. Sus grandes tetas impactaron contra mi pecho al abrazarme calurosamente.
– Madre mía! Cómo has crecido Pedrito! Estás hecho un hombretón!
Me dijo dándome dos sonoros besos en ambas mejillas. Mi tía Candi era algo más estilizada, sus curvas eran menos pronunciadas y no tenía un culo grande, pero su redondez, con un ligero respingo, lo hacían esquisto. La piernas las tenía muy bien contorneadas y sus muslos parecían duros y tersos. Sus tetas no eran tan grandes como las de su hermana, pero debía de tener una talla noventa, como mi madre. También recibí esa sensación deliciosa cuando sus tetas se pegaron a mi pecho en un intenso abrazo. Me acarició las mejillas dándome un par de pellizcos a la vez que me miraba con sus ojos verdes y una sonrisa encantadora. Su pelo era más largo que el de su hermana, y aunque lo tenía claro se había teñido de un color rojizo.
– Pues si que has crecido! Pero si casi me sacas la cabeza!
Me dijo con entusiasmo. Sacamos las maletas y volví al coche para meterlo en el garaje. Sole me daba indicaciones para no dar con el paragolpes contra la pared, al lado quedaba el de ella, un todo terreno precioso. Cerró el portón del garaje y accedimos al salón por una puerta lateral. Un salón enorme donde había tres sofás en el centro alrededor de una mesa baja cuadrada, dos sillones en un lateral frente a la chimenea, que no creo que usarán mucho, ...