Probando frutas maduras y ajenas (1)
Fecha: 30/08/2025,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Ber, Fuente: CuentoRelatos
... completar esa noche previa, titulado “Soles morenos”, donde hablaba metafóricamente de su pecho, su boca, su sonrisa y mi deseo de poseerla. Al rato lo veo”, me dijo tomando la hoja y la guardó en su cajón.
Más tarde, cuando yo la veía, lo sacó y lo leyó alternando la mirada a mi cara y a la hoja en cada línea. Su rostro se dulcificaba conforme avanzaba en la lectura y de vez en cuando dejaba escapar un suspiro. Al terminar la lectura, me llamó.
–¿No plagiaste ninguna línea o metáfora? –preguntó sosteniendo la hoja.
–No, aunque quizá alguna metáfora se parezca a la de algún poeta, pero sería de manera inconsciente.
–Está hermoso y me hizo sentir cosas nuevas. Quiero que me lo envíes a mi correo particular –dijo anotándolo en la misma hoja. Es peligroso tenerlo aquí, y más, en mi casa –dijo esto y me regresó la hoja.
Me quedó claro que sólo le faltó decirme “Me mojé”. A partir de ese día, sus comentarios hacían referencia a las metáforas, pero sabíamos que ella debería dar el paso decisivo.
La secretaria, cuidando de no ser vista por otras personas, volteaba hacia mí y giraba su silla para que viera cómo abría sus piernas, las mejores entre las de muchas oficinas circunvecinas, y ella me sonreía con deseo, el cual yo correspondía con un suspiro y una sonrisa discreta. Le conocí varias pantaletas, algunas translúcidas que permitían ver lo espeso de sus vellos morenos, algunos de los cuales escapaban de sus límites con mucha frecuencia. Se rumoraba que el padre ...
... del hijo menor de ella era el subdirector y que ya se la habían cogido muchos.
En una ocasión, con motivo de las fiestas navideñas hubo una comida en la casa de la jefa, a la cual acudimos después del horario de trabajo. Ese día, a la hora del almuerzo, cuando mis compañeros salieron a comer algo, al abrir las piernas para que me diera el calentón diario, vi su breña en todo su esplendor, resaltando su clítoris y labios interiores entre lo oscuro de la maraña. ¡No traía calzones! ¡Se me paró la verga! Se puso de pie y lo más impresionante fue su mirada retadora, que mantuvo directamente a mis ojos, ensanchando su sonrisa conforme se acercaba a mí. Se pasó del límite de mi escritorio y descubrió mi turgencia queriendo salir del pantalón. Entonces fue que noté que tampoco traía sostén pues sus pezones estaban muy marcados y las tetas tenían una caída natural.
–¡Aj, aj, aj…! –rio con sonoridad –ahorita vengo, voy al baño– expresó retirándose con un bamboleo de nalgas y chiches que me mantuvo humedeciéndome por el presemen al mirar la falda pegada que dejaba claro que no traía nada más entre la carne y el vestido.
Cuando regresó, junto con los demás, se notaba que ya traía ropa interior.
–¿Bailarás conmigo una o más piezas? –preguntó.
–¡Claro, bailaré con todas las que me lo pidan! –contesté
–¡Fatuo! –respondió mostrándome la lengua como muestra de desagrado.
En la fiesta, bailamos alegremente y casi todos tomaron con muchas ganas. Yo bailé con las tres. Con ...