1. Yago (VIII): Final


    Fecha: 08/11/2018, Categorías: Hetero Autor: dont343, Fuente: CuentoRelatos

    ... ¿Os habéis vuelto loco?
    
    - ¡Es muy posible!, excelencia. Es muy posible
    
    En el cuerpo de guardia, la orden de detener el carruaje del Sr. Duque, llegó momentos antes de que lo hiciera la comitiva; con un soldado que corría delante de ella y que estuvo a punto de estrellarse contra el empedrado.
    
    - ¡PARAD EL CARRUAJE!
    
    Didier y el lugarteniente, tiraron de las riendas; y pararon bruscamente la marcha. Pero, Pierre tuvo que hacer gala de su buen hacer para conseguirlo.
    
    El Duque, se asomó por la ventanilla y gritó
    
    - ¿QUE OCUGGE, OFICIAL?.
    
    - ¡Lo siento, excelencia!. Creedme. ¡Lo siento mucho!. Pero, creemos que es posible que un prisionero aproveche la salida de vuestro carruaje para escapar escondido en el. Y tengo que asegurarme de que no sea así.
    
    - ¡Ah!, muy bien. Podéis pgocedeg…
    
    ... pego, no tagdéis mucho, ¡s’il vous plaît!. Me gustagía almogzag en la fuente de la doncella.
    
    - ¡Gracias!, Sr. Duque.
    
    El capitán Salazar y el Marqués llegaban al puesto de guardia, en ese momento; y un tanto sofocados.
    
    - ¿Y?...
    
    - ¡Excelencia!, todo está en orden. No veo nada que pueda hacernos suponer que el prisionero se escapa oculto en el carruaje del Sr. Duque.
    
    Entonces, el Marqués, miró al capitán severamente; y asintiendo, autorizó la salida de la comitiva…
    
    ... y volvió a despedir al Duque.
    
    - ¡BON VOYAGE, MON AMI!
    
    - ¡AU REVOIR!
    
    - ¡AU REVOIR!
    
    Y mandó abrir las puertas del castillo.
    
    Alfonse, y Benoît, no daban crédito…
    
    … y se ...
    ... preguntaban, que había sido de Yago.
    
    - ¡Con cuidado, señor!, debemos irnos ya.
    
    Yago no conseguía entender lo que decía Nandillo; le estaba costando despertarse.
    
    - ¡Vamos, señor!, no temáis. ¡Seguidme!
    
    Cuando, por fin, consiguió entender lo que le decía el muchacho, se dio cuenta de que debía seguirle; y con mucho cuidado, se incorporó.
    
    Juntos, se escabulleron hasta llegar al fondo de la cuadra, y bordearon el espacio reservado a los caballos de los oficiales. Luego, Nandillo tiró de una cuerda que abría una portezuela, a modo de trampilla, justo a la entrada de las letrinas para la tropa; y bajaron por la escalera que descendía hasta el fondo de la cloaca…
    
    ... y después de aguantar un olor nauseabundo, durante un buen rato, el chico se hizo seguir, tirándole de la camisa.
    
    - ¡Por aquí!, mi señor…
    
    Avanzaron por una vereda construida con piedras de granito, hasta llegar a una plazoleta en la que confluían varias galerías que, probablemente, pertenecían a la red de galerías excavadas para la defensa del antiguo castro romano sobre el que estaba construido el castillo.
    
    El chico las conocía bien, sin duda; no en vano había jugado en ellas con el hijo del herrero cuando era un niño.
    
    - Algunas son muy largas, y no sé donde llevan, ¡señor!. Pero, aquella (y señaló la más ancha) atraviesa la montaña y llega hasta el Valle Grande, ¡señor!. Si queréis, antes de que termine el día, podemos estar allí.
    
    Yago le miró sorprendido.
    
    - Ese sería un buen lugar. ...