La Cantina
Fecha: 09/11/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... le levanté la falda por detrás, hasta descubrir sus nalgas, a continuación con la mano derecha empecé a acariciarlas y poco a poco empecé a introducir mi dedo medio en su culito, logrado esto, con mi mano izquierda acaricié sus tetas por debajo de su blusa, mientras nuestras lenguas danzaban juntas su ya acostumbrado baile. Ella procedió a quitarme la camisa y yo le levanté la blusa con una sola mano, sacándola por encima de su cabeza. Después de un rato me llevó hacia el baño de ellos y terminó de desnudarme, sin quitarse ella la falda se volteó y apoyó sus manos sobre la taza del inodoro. Yo levanté su larga falda tapándole su espalda desnuda y la penetré desde atrás, cinco minutos después ya estaba descargando mis huevos en su interior, hice una breve pausa y reinicié mi movimiento dentro de ella, esta vez tardé un poco más, pero no mucho, como quince minutos. Ella se incorporó y me hizo sentarme en el inodoro, repitiéndose toda la acción de nuestra última sesión de la madrugada del jueves. Nos volvimos a vestir, terminando los trabajos pendientes para abrir puntualmente a las seis de la tarde.
Aquella relación cambió mi vida radicalmente. Mi amada se convirtió en mi mentora, estimulándome a continuar superándome intelectualmente. Me indicaba que libros debía leer, discutiéndolos mas tarde conmigo, participando su esposo ocasionalmente en estas tertulias culturales. Convenció a su marido de mejorar mi salario, me dieron llave del negocio y empezaron a ...
... dejarme que yo lo abriera y cerrara. Muchas veces no podía ir ninguno de los dos entre semana y como había pocos parroquianos yo me daba abasto para atender, cobrar y limpiar. Jamás intenté quedarme con un peso siquiera, lo cual no pasó desapercibido a los ojos del avaro de mi patrón, con lo cual me tuvo mayor confianza. Para los viernes y sábados contrataron a un amigo mío y a su hermana, para que me auxiliaran, sobre todo cuando mi patrona ya no pudo continuar trabajando debido a su embarazo. ¡Por supuesto! ¿Qué esperaban? No sabemos si fue desde la primera vez, o en las subsecuentes, que fueron muchas, pero eso hizo la felicidad de los tres, mis patrones y yo.
Continuamos siendo amantes durante doce años durante los cuales procreamos cinco hijos, dos niñas y tres varones, de los que fui su tío favorito.
Siempre fuimos muy discretos, por lo que estoy seguro que nadie se dio cuenta. Terminamos la relación de común acuerdo cuando me hice novio de una de sus sobrinas, a la que enamoré por instigación de mi amada. Casarme con ésta chica fue la segunda mejor cosa que me ha pasado en la vida, cronológicamente hablando. Pero si no hubiera ocurrido la primera, tampoco hubiera pasado la segunda, pues no hubiera sido yo mas que un empleado de su tía y ésta no me hubiera apoyado en el romance y seguramente yo ni hubiera pensado en relacionarme con la familia de mis patrones. Yo terminé primero siendo socio del negocio y más tarde dueño del mismo cuando pude comprárselos.