La Cantina
Fecha: 09/11/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... permitían apreciar su belleza.
Como el lugar no era muy grande generalmente estábamos únicamente la señora y yo atendiéndolo, ella detrás de la barra y yo en las mesas. El marido trabajaba entre semana como contador de una cadena de supermercados, todos los días cuando salía de su trabajo llegaba al bar a sacar la cuenta de las ganancias del día y recoger a su mujer. Los viernes y sábados en la noche que eran los más concurridos, también el señor atendía, él detrás de la barra y cobrando, mientras la señora preparaba las botanas o ayudaba a preparar bebidas y yo no me daba abasto apenas para lavar la cantidad de vasos, copas y demás recipientes que se ensuciaban y también atender en las mesas. Los domingos era Ley Seca, de manera que ese día descansábamos todos. A pesar de mi juventud notaba que no era demasiado cordial la relación entre los esposos, solo tenían cuatro años de casados y su trato era más bien indiferente, veía yo mas arrumacos entre mis padres con veinte años más de matrimonio que entre mis patrones.
Mi patrón siempre llegaba alrededor de las nueve de la noche y se quedaba hasta cerrar a la medianoche, como lo disponía el "Bando De Moral Y Buen Gobierno" que imperaba en aquel tiempo. A esa hora yo tomaba mi bicicleta y me iba a mi casa, mientras mis patrones tomaban su carro para irse a la de ellos que estaba al lado opuesto. A veces los sábados cuando el ambiente estaba muy bueno y los clientes se lo pedían mi patrón, este cerraba el negocio para ...
... los que llegaran tarde, pero la fiesta seguía adentro.
Un miércoles del mes de julio que estuvo bastante flojo, con muy pocos parroquianos, mi patrona inventó irle adelantando a la limpieza de las mesas y acomodar las botellas y demás trabajos, para que al día siguiente pudiéramos llegar un poco más tarde, con el bar ya listo para abrir solamente, no me pareció mala la idea, aunque no pidieron mi opinión, pues generalmente llegábamos dos horas antes de abrir el local para efectuar estos menesteres, así podría quizás ir al cine o dormir otro rato. Total que poco antes de las nueve llamó mi patrón para informar que tenía un inventario en su trabajo y no podría llegar a las nueve como acostumbraba, sino más tarde, como el día había estado muy tranquilo su mujer le dijo que no se preocupara que yo la estaba acompañando y me haría esperar a que él llegara. Esto no me hizo mucha gracia, pero confiaba que no se tardara demasiado. Total que dieron las doce y media y el bendito hombre no aparecía. Habló mi patrona a su oficina y le confirmó nuestras negras sospechas, el inventario se iba a prolongar por lo menos unas tres horas más. Inmediatamente le cambió el semblante a la mujer, trató de pelearle al marido que viniera por ella, la llevara a su casa y se volviera a ir, pero era una guerra perdida, pues aunque el bar dejaba buenos centavos, dos terceras partes del ingreso del matrimonio provenían del trabajo del marido, así que éste era el que llevaba las preferencias, además, de ...