1. La reeducación de Atrana (27)


    Fecha: 09/11/2018, Categorías: Dominación / BDSM Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... ustedes pegan cuando lo baje. Esto para que las pausas entre azote y azote sean de distinta duración. ¿Me van entendiendo?
    
    Ambas asintieron con la cabeza y Amalia continuó: -De esa manera la pendeja no sabrá cuándo le caerá el siguiente azote y ese suspenso hará que sufra más. Ustedes decidan cuál de las dos golpea primero en cada azote.
    
    -Vos, Milena. –se adelantó Marisa.
    
    -Está bien… -aceptó la joven y el castigo comenzó. Milena hizo silbar dos veces la vara en el aire antes de hacerla restallar sobre las tiernas e indefensas nalgas y Lucía gritó de dolor, un dolor agudo al que le siguió otra clase de dolor, profundo y grave causado por el paletazo de Marisa. Ambas miraron después a Amalia, que mantenía su brazo alzado mientras Lucía sollozaba. Así siguieron las tres durante largo rato, con el Ama marcando y regulando las pausas. Lucía gemía, jadeaba y gritaba según la fuerza del azote mientras sus torturadoras respiraban por la boca agitadamente, ganadas por una creciente excitación. Las nalgas y los muslos de la adolescente mostraban ya moretones por los paletazos de Marisa y surcos rojizos provocados por la vara.
    
    -No me peguen más… Por favor… -imploró Lucía ya incapaz de resistir el dolor. Milena y Marisa miraron al Ama a la espera de una decisión. Amalia meditó durante un momento y finalmente dijo:
    
    -Suéltenla.
    
    Al liberar a la chica ambas asistentes aprovecharon para manosearla un poco, ganadas por la excitación.
    
    -Arrodíllenla ante mí. –ordenó ...
    ... Amalia y cuando tuvo a la chica en esa posición, ya sin el antifaz ciego, y sujeta por las asistentes, le dijo:
    
    -Se acabó, pendeja, desaparecé, no quiero verte más, cometiste un error muy grave al excederte con Areana, al exceder mis órdenes.
    
    Ante tamaña sentencia Lucía se desesperó y abrazada a las piernas del Ama, con el rostro hundido entre los muslos, rogó entre sollozos:
    
    -No, señora, no, por favor…No me eche… Yo ya no puedo vivir sin esto… sin usted… -imploró la adolescente quebrada en sollozos mientras Milena y Marisa se tocaban la entrepierna y las tetas, excitadísimas.
    
    Amalia sintió de pronto algo muy fuerte al tiempo que la chica, mirándola con expresión dolida le decía:
    
    -Hágame lo que quiera, señora Amalia, despelléjeme a varillazos, pero por favor no me eche… ¡me mata si me echa, señora!... –y volvió a hundir su rostro entre lo alto de esos muslos gruesos, firmes y bien torneados mientras el llanto la estremecía entera.
    
    Amalia, muy excitada, sentía crecer en su interior una fuerza perversa y avasalladora, una fuerza demoníaca y entonces se dirigió a sus asistentes mientras apretaba entre sus muslos la cabeza de Lucía:
    
    -¿Qué opinan?
    
    -Aproveche, señora… -dijo rápidamente Milena y Marisa completó la idea:
    
    -Sí, señora Amalia, aproveche… Está entregadísima la perrita… -y ambas continuaron tocándose ya muy mojadas.
    
    Amalia intuía que estaba pensando en lo mismo que sus asistentes, pero por un acaso extraño prurito quiso que fueran ellas quienes ...
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