Las fiestas del pueblo
Fecha: 11/11/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: maeve, Fuente: RelatosEróticos
... el bajo del vestido y tiró de él.
Levanté los brazos para que terminara de sacarlo pero en cuanto me vio las tetas cambió de idea -¡Dios, que ricas! Me muero por comérmelas.
Hice el ademán de quitarme el vestido pero no me dejó –Quédate así un rato- por lo que dejé los brazos descansar sobre mi cabeza, con la cara cubierta por la tela mientras mi morenazo me lamía los pezones, los mordisqueaba y se amamantaba de ellos.
Y lo hacía increíblemente bien, tanto que mis caderas comenzaron a frotarse contra el cada vez más prominente bulto de sus pantalones. Mis gemidos iban en aumento y el no ver lo que me estaba haciendo me estaba poniendo más caliente si cabía. A esas alturas mi tanga ya estaba lo suficientemente empapado como para que estuviese mojando su pantalón.
-Me tienes cachondísimo, nena- me dijo y a continuación llevó su mano derecha hasta mi coñito y lo acarició por encima del tanga. Yo gemí con más fuerza.
-Estas empapada.
-Lo sé- respondí. Mi voz amortiguada por la tela.
-Esto tiene que ir fuera- dijo mientras tiraba de la tira del tanga tanto que se me clavó en el clítoris.
-Sí- contesté entre gemidos -Todo fuera.
Me quité el vestido y lo tiré al suelo. A continuación me puse de pie, me aparté unos centímetros de él y deslice mi tanga por las piernas con lentitud.
Llevaba el coñito depilado, por lo que cuando Juan Carlos lo vio se llevó la mano a su bragueta y se acarició por encima de la tela sin apartar sus ojos de ...
... mí.
Completamente desnuda me acerqué a él y le obligué a quitarse la ropa. Tenía un cuerpo fibroso y cuando se quitó los calzoncillos y liberó su erección mi clítoris comenzó a palpitar. Su polla no era especialmente grande pero yo la deseaba como nunca antes había deseado ninguna otra polla. Quería comérmela, la quería tener dentro de mí follándome sin compasión, y pronto lo iba a conseguir.
Juan Carlos se había puesto de pie, por lo que me arrodillé y con la mano derecha me la llevé a la boca. Estaba dura y caliente y al comenzar a lamerla dio un par de sacudidas, endureciéndose, creciendo. Con la lengua recorrí su punta mientras le acariciaba el tronco y pronto se la estaba comiendo con ansias mientras mi coño se deshacía y chorreaba. Juan Carlos sujetó mi cabeza con ambas manos instándome a tragar más y más de él, llevándose hasta el fondo de mi garganta.
-Ahora me toca a mí- me dijo obligándome a ponerme de pie. Me hizo tumbarme en el sillón, me sujetó las piernas, las levantó y me pidió que las mantuviera lo más abiertas posibles para que él pudiese comerme en coño en condiciones.
Y yo lo hice, las separé y mi morenazo se abalanzó sobre mí.
Su lengua se abrió paso entre mi carne húmeda e hinchada, llevándose con ella la muestra de mi excitación. Me lamía y absorbía mi clítoris haciéndome gemir cada vez más alto, acercándome al orgasmo peligrosamente.
Mis piernas no iban a aguantar más y cuando estuve a punto de doblarlas un par de dedos se introdujeron en mi coño. ...