La partida de lamedores (II)
Fecha: 15/11/2018,
Categorías:
Gays
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... nadie. Si no quieres participar, te limitas a vigilar. Esa es otra de las normas aceptadas. Yo voy a probar esos pies, he esperado demasiado, ¿estáis conmigo?".
Había hablado él, y tenía muy claros sus planes, contaba con la sobreexcitación que la violencia de arrancar el calzado a una desconocida iba a provocarles. Sabía que no iban a conformarse, estaba seguro de que todos querrían ir más lejos, mucho más lejos. Elena avanzaba despacio, casi paseando. Llevaba unas zapatillas de deporte. Tal vez deberían haber contado con la luna llena, pero les ayudaba a contemplarla en la noche con total impunidad. Zapatillas de deporte, calcetines cortos, blancos, una falda hasta las rodillas, una camisa amplia remetida bajo la falda, el pelo suelto, largo, moreno. No veían sus ojos, pero ¿apuntaban sus pezones sobre la camisa?. ¿Era su deseo quien les había hecho saberlo? Elena no llevaba sujetador, la firmeza de sus senos, ya como manzanas, le permitía hacerlo. Eran continuas las discusiones con su madre por este asunto. Ella odiaba esa prenda, ese inútil accesorio de tortura. Al salir de casa se lo quitó, en el ascensor, lejos de las quejas maternas. Ahora lo llevaba en uno de los bolsillos de la falda. Ellos lo encontrarían luego, y lo usarían para amordazar sus gritos primero y para atarle las manos a la rama de un árbol después, cuando le hubieran intruducido los calcetines en la boca.
No dudó ni un instante, en cuanto vio que aquellos cuatro hombres encapuchados le salían ...
... al paso, echó a correr. No logró alejarse demasiado. Uno de ellos le saltó por la espalda y la tiró de bruces sobre la hierba. Pedía socorro a gritos, con toda la fuerza de su garganta.
-"Taparle la boca, hostias, que no chille más, taparle la boca, joder" Le dieron la vuelta y una manaza le selló los labios. Se revolvía, retorciéndose como sobre brasas candentes, se zafó de la mano y volvió a gritar con todas sus fuerzas, con todo su terror. En el forcejeo, el sujetador se había escapado de su bolsillo. Entonces sí que la prenda empezó a torturarla, cuando notó que se la embutían entre los dientes, que sofocaba sus llamadas y ahogaba su voz convertida en ronco bramido.
-"Sujetarle las manos mientras le quito las zapatillas. Estate quieta, o tendré que hacerte daño".Le costaba desatarle los cordones, el pataleo era tan violento que apenas podía sujetarle una de las piernas. Dos de ellos trataban de paralizarle los brazos. Al final lo lograron apretándolos con sus rodillas contra el suelo.
-"Date prisa, coño, no puede ser tan difícil descalzarla, arráncale las zapatillas, olvídate de los putos cordones"
Así lo hizo. Mientras el tercer hombre se empeñaba en desatarle los firmísimos lazos, él tironeó con fuerza aprovechando el propio pataleo de la chica, y la zapatilla izquerda saltó por el aire. Las faldas se le habían subido más allá de los muslos y dejaban las braguitas al descubierto. La visión los tenía fuera de si. Sus pies, querían sus pies, nada más.
-"Ya ...