1. LAS NENAS MIMOSAS


    Fecha: 03/12/2023, Categorías: Hetero Tus Relatos Autor: CARAMELO, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... inteligencia superó a todo…, y en eso, aunque pataleamos, no hay ventaja. ¡Ja! ¡Ni en pedo!
    
    	Este pueblo me encanta. Y tiene algo casi exclusivo. En la inmensa mayoría de los casos, es la mujer quien decide. ¡Me encanta que la mujer me “domine”! “¡Chupame la concha papito! ¡Metémela por el culito, mi amor! ¡Quiero mamarte!” Todo es delicioso…, y yo muy complaciente.
    	En algún momento pensé lo que pasaría cuando volviera a la capital. Ahora, a raiz de la insistencia de Karina y Felisa, y de sus mamás, ultimamente no habia regresado los fines de semana. Recibía permanentemente los llamados de Danna, Enriqueta, Efigenia, Clarisa…, y varias más… La respuesta era calcada: “La complegidad de la obra me obliga a estar los fines de semana”. ¡No podía seguir macaneando mucho tiempo más! Decidí que luego de estar con Carla y sus hijas, si era posible, se acabarían los fines de semana en el pueblo…, desgraciadamente. Al fin de cuentas, este es un período con final. La capital, al fin, es un lugar para toda la vida…, creo.
    
    	El miércoles le dije a Lorena que no podia ir a su casa porque “me dolía el estómago”, como si alguna comida en la obra me hubiera caído mal. Queria estar con todas las ganas el jueves. Ese día ni siquiera me encontré con Ofelia. Tal como habíamos arreglado con las chicas, el jueves las traje hacia casa. Ellas habían pretendido cambiarse, ponerse más sexi, con polleras, pero las disuadí. No quería sospecha. Ya otras veces las había llevado al pueblo – con una ...
    ... parada estratégica en la Blanqueada -, así que de esta manera sería “normal”. 
    	El viaje, como otras oportunidades, tuvo su complacencia, para mí, sobre todo. Las chicas se dedicaron a lamer y mamar, alternándose sin problemas. ¡Se llevan muy bien! Cuando llegamos, tal como acostumbro, les pedí que permanecieran en la camioneta. Bajé, abrí los portones, y luego de entrar y volver a cerrar, les permití bajar. ¡Encantadísimas!
    	No demoraron nada. Me abrazaron y besaron ambas con ternura y calentura, igual que yo. Sus actitudes en la camioneta ya me habían alzado bastante. Un pequeño pasillo, hacia donde da el baño de servicio, y entramos en la sala. Los postigones están cerrados. Sin visiones desde el exterior.
    -Espero que estén confortables. Haré lo posible para lograrlo. – Fui hacia el equipo de audio y puse, bajito, música ya seleccionada. – Es para que bailen…
    	Las chicas estaban intrigadas, paradas junto a uno de los sillones. 
    -¿Conocían la casa?
    -Si. La “señora” Clotilde invitaba a algunas de nosotras de vez en cuando. – Sofía resaltó la palabra “señora”. -  Cuando yo iba a la escuela todavía vivía el marido, pero… casualmente, cuando veníamos, él no estaba. Nunca.
    -¿A todas invitaba? – Me intrigaba esta “señora Clotilde”. 
    -No, para nada. Tenía preferencias. ¡A las más desarrolladas y pizpiretas! ¡Y de a una! A veces dos amigas, “muy amigas”, que Clotilde detectaba… con ciertas inclinaciones. – Sofía explicaba sonriente y pícara. No le molestaba. - En los pueblos ...
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