Campamento - Parte 5
Fecha: 19/11/2018,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: johna.2012, Fuente: CuentoRelatos
... ―dije con una sonrisa―, pero aun no entiendo cómo vas a hacer para meterte todo eso…
―Con esto ―contestó él, sacando un frasco de lubricante de su mochila―, y con tu ayuda.
―¿Qué? ¿De qué hablas? ¡¿Quieres que yo te lo meta?! ―exclamé sorprendido. Realmente no me esperaba eso.
―Porfaaaa… es muy grande y necesito quien me ayude a dilatarme y a lubricarme… aunque sea para lo primera vez… por favor, ¿Si? No te estoy pidiendo que me penetres tú, sólo méteme el dildo… Por fa…
Las suplicas de Pablo se volvieron más y más intensas, y por más que me hubiera gustado decirle que no, la calentura de imaginarme aquel enorme dildo entrando entre sus hermosas nalgas pudo más que mi recato.
―Está bien ―contesté finalmente―, te ayudaré.
Pablo sonrió de oreja a oreja y de inmediato empezó a desnudarse sin vergüenza, arrojando su ropa a un lado.
Por más que intenté mantener la compostura, no pude evitar comerme con la mirada aquel cuerpo regordete, en especial aquellas nalgas gordas y lampiñas.
Sin tapujos, Pablo se dirigió hasta mi cama y se puso en cuatro patas sobre ella, levantando el culo hacia mí, con sus nalgas al aire, invitándome a acariciarlas.
―Había olvidado el buen culo que tienes ―suspiré, incapaz de controlar la calentura que me empezaba a invadir.
―Lástima que ya no quieras cogértelo ―dijo pícaramente, volviendo su rostro para mi mirarme, manteniendo el culo bien levantado.
―Entonces… ¿Qué hago ahora? ―pregunté.
―¿Te molestaría ...
... dilatarme un poco? Humedece un poco mi ano antes de ponerle el lubricante.
Sin molestarme en pedirle más instrucciones, me arrodillé frente a aquel hermoso poto y empecé a pasar mi lengua por sus nalgas, dándole pequeños mordiscos, disfrutando nuevamente de aquel glorioso culo.
Con mi lengua recorrí cada centímetro de sus nalgas y luego empecé a lamer entre ellas, abriéndome paso poco a poco hasta que por fin llegué hasta aquel agujero rosado que se contraía y expandía con cada una de mis lamidas.
Sin medirme, empecé a chuparlo con pasión, con lujuria, y Pablo empezó a gemir desesperadamente. Aquel ano era delicioso, luego de darle muchas lamidas y de meter un par de centímetros de mi lengua dentro de él, empecé a darle pequeñas mordidas alrededor, provocando que el cuerpo de mi amigo se sacudiera incontrolablemente.
―Te pondré el lubricante ―dije y luego tomé el frasco y empecé a untar aquel pegajoso liquido por todo su ano, metiéndole un par de dedos para poder lubricarlo por dentro también.
―Ponle lubricante al dildo ―susurró entre jadeos.
Entonces tomé aquella enorme pieza y la envolví con lubricante, cubriéndolo con mis manos, moviéndolas de arriba para abajo como si estuviera masturbándolo, hipnotizado por lo real que se veía.
―¿Estás listo? ―pregunté con un hilo de voz, súper excitado.
―Sí… mételo despacio.
―Ábrete las nalgas ―le ordené y de inmediato Pablo se las abrió de par en par, dándome una hermosa vista de su ya húmedo y rosado ...