La Fascinación de lo Desconocido - Relatos Eróticos

La Fascinación de lo Desconocido

... unos metros hasta que regresamos al sendero oscuro rodeado de árboles. No sé exactamente qué me llevó a actuar como lo hice, pero aceleré el paso, lo adelanté y me desvié del camino después de mirarlo deseando que me siguiera. Penetré en la zona de árboles, sin saber muy bien que estaba haciendo. Mi sorpresa fue agradable al escuchar sus pasos sobre las hojas secas detrás de mí. El hombre no emitió palabra alguna y me siguió, yo seguía sin saber muy bien como terminaría esto.

-No puedo volver a casa aun.

Fue lo único que pude decir mientras me arrodillaba en el pasto, estaba triste, abrumada y excitada, solo quería olvidarme de todo por un momento.

El siguió copiando mis pasos con cautela, como esperando mi actuar, hubiera dado todo por saber que ideas pasaban por su cabeza en ese instante, solo deseaba que me hiciera olvidar todo, aunque fuera un momento.

Arrodillada frente a él, me deslicé sobre la cabeza el hoodie que únicamente cubría mi cuerpo. Él simplemente me observaba, su mirada se intensificó, pero no movía ni un músculo. Tomé su mano y la coloqué sobre uno de mis pequeños pechos, pidiéndole casi en suplica que me follara. Pensé que se alejaría, creyendo que estaba loca o algo parecido, pero no fue así.

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Quien juega con fuego, tarde o temprano sentirá la quemadura de sus acciones. Es un dicho antiguo, pero la sabiduría que encierra trasciende generaciones. El fuego, con su ...

... belleza hipnótica y su calor reconfortante, puede seducirnos fácilmente hacia su peligroso abrazo.

Es como si la advertencia fuera solo un murmullo lejano para algunos, ignorándolas, creyendo que pueden controlar algo tan impredecible como el fuego. Hasta que, inevitablemente, las llamas los consumen, dejando solo cenizas como testimonio de su arrogancia y descuido. En cada chispa y en cada llama yace el recordatorio de que el fuego, aunque hermoso y fascinante, nunca deja de ser peligroso, y que aquellos que lo desafían pueden acabar abrasados por su propia temeridad y eso, fue justamente lo que me sucedió.

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Pese a mi creciente excitación, no estaba preparada para la reacción de aquel hombre. Mi corazón latía con tanta fuerza que pensaba saltaría fuera de mi pecho. ¿Qué estaba haciendo? ¿Cómo llegue hasta este punto? No lo conocía, no sabía nada de él, pero me encontraba desnuda y pidiéndole que me follara. Cuando solté su mano, pude sentir cómo sus dedos recorrían mis pechos suavemente. Su mirada era tan intensa que no pude soportarla; bajé la mía y suspiré al notar cómo llegaba al pezón. Mi entrepierna comenzaba a humedecerse más, él lo recorrió con su dedo pulgar generando cierta presión. Abrí la boca para decir algo, pero levanto mi mentón y mirándome a los ojos, preguntó:

- ¿Estás segura de lo que pides? - mientras apretando mi pezón con fuerza.

Un gemido fuerte salió de mi garganta ante la sensación ...