1. El negro, mi nuevo vecino. (Parte 2)


    Fecha: 20/11/2018, Categorías: Gays Autor: alej97, Fuente: SexoSinTabues

    ... ¿Ah, sí? —dijo, sentándose en la cama con las piernas abiertas. Aun tenía toalla puesta, pero se le veía la entrepierna. Qué rico era ese hombre. —Sí—dije yo cruzando los brazos, recostando mí espala en la puerta del cuarto. Lo único que hizo fue sonreír pero de manera pícara. Eso me encantó. — Dicen las malas lenguas que también tienes un doctorado en mamar guebo. —esta vez reí yo. — Aj, supongo que hablas de “malas lenguas” es porque hablas de la tuya propia, de tu lengua. Rió y yo reí con él. —Ven acá. —me dijo tendiéndome una mano. Fui, quedé frente a él y me dio sus dos manos. Por un momento no dijimos nada. Él solo vio mis ojos profundamente, como si buscara algo. Su cara se tornó seria. Yo también dejé de sonreír. Sentí como si sus pensamientos dijeran que me quería coger en ese mismo momento. Luego me jaló hacia él, tumbándonos en la cama, quedando yo encima de él. Aún su cara era seria. Pensé en besarlo pero dejé que él diera el primer paso. Luego de un tirón me dio media vuelta y ahora quedó él encima de mí. Me veía a los ojos y sentí cómo su mirada bajó a mis labios. Cerré mis ojos y sentí un beso en el cuello. Me estremecí. Comenzó a darme besitos lentamente hasta llegar a mi oreja y pasar su lengua por toda la orilla y luego introducirla. Mi espalda se arqueó, me recorrió por el cuerpo entero una corriente eléctrica. Luego sentí su voz suavecito. — Mámamelo ahí, ¿sí va? — soltó. Yo me reí de golpe. ¡Qué romántico! jaja — ¡Qué romántico! —Bueno, pero si quiero ...
    ... que me lo mames, naguará. —dijo esto e hizo puchero. Fue la cosa más rara que vi. Se vio tierno. —Como usted mande Sr. —respondí yo. Cuando le quité la toalla pude verle mejor el guebo, estaba semi-erecto y me lo metí enseguida en la boca. Se sorprendió de que me lo metiera en la boca tan rápido. Y uff. Qué rico se sentía. Su textura, su flacidez en ese momento. Era sensacional tener ese guebo tan rico en la boca y se lo hice saber chupando lo mejor que podía. Me lo tragaba todo porque aún estaba un poco flácido, cosa que me encantaba. —Pero cómo te gusta, mariconsito. Mámamelo, eso…sí…así…uff… tú sí sabes. Me encantaba que me dijera cosas así. Me sentía puta. Y eso me gustaba. —Hmm. está rico. Se rió. — Es que se te ve en la cara lo perrita que eres y las ganas que tienes de mamarme el guebo. Trágatelo todo. Eso, así. Pasaron unos segundos y su verga estaba totalmente erecta y no puede tragármela por completo, pero lo intentaba. Aunque solo me cabía la mitad. Me encantaba estar ahí, mamándole el guebo a ese negro fornido. Por un momento hasta me olvidé de su mujer y de que en cualquier momento podría entrar y verme en cuatro mamándole el guebo a su marido. Realmente no me cabía ya todo en la boca, estaba completamente parado y de verdad tiene el guebo grande, pero él seguía agarrándome del cabello para que me lo tragara todo. Me dieron arcadas y segregué más saliva que antes. — ¿Te gusta perrita? Dime pues, ¿te gusta mamarme el guebo? De pronto me dio con la mano derecha en mi ...
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