1. El negro, mi nuevo vecino. (Parte 2)


    Fecha: 20/11/2018, Categorías: Gays Autor: alej97, Fuente: SexoSinTabues

    Esta historia está desligada de la primera, pero para comprender mejor este relato, te recomiendo que leas el anterior: http://www.sexosintabues.com/RelatosEroticos-40675.html Algo vibraba, el zumbido era molestoso, incesante… Me desperté de golpe y lo primero que hice fue meter la mano debajo de mi almohada y tomé mi celular, estaba llamándome El Negro. Se me aceleró el corazón, ¿todo lo que había pasado anoche era de verdad? Contesté. Era su mujer. — ¡ERES TREMENDA PUTA MUCHACHO MARICO! ¡TÚ CREES QUE NO ME IBA A ENTERAR! ¡ES QUE CUANDO TE VEA TE MATO A COÑAZOS! ¡VI LAS FOTOS! ¡Las fotos! ¡No! Mi mamá me quitó la sábana de un jalón. Me sobresalté. Estaba sudado. Todo había sido una pesadilla, gracias a Dios. Aunque habían pasado varios días, tenía pesadillas con la mujer de El Negro y con las fotos que me había tomado. Desde esa noche no me escribió ni nada y yo me sentía algo mal porque me imaginé lo peor, pensaba que no lo había complacido como era y 40 y pa la cola. Agarré mi teléfono, lo revisé y nada, ni un mensaje de El Negro. — Mijo, pero deja ese teléfono, si te acabas de despertar. — Me acabas de despertar tú, querrás decir, mamá. — Como sea, párate para que le lleves un machete al nuevo vecino. — Ya va, ¿qué? ¿Un machete? Quejeso, ¿y para qué? — Sí, y una escardilla, un palín y un rastrillo de hierro que tengo ahí. Deja de preguntar, creo que es para limpiar el patio de su casa por lo del cumpleaños de su hija. — Ah. Claro. La fiesta. — ¿Qué? A ti te invitaron, ...
    ... tienes que ir tú a llevarle eso. Anda, apúrate. — Ay ya va, que se espere. Ese debe estar durmiendo descansando, debe estar agotado. — Agotado, ¿por qué? —mi mamá me vio con una mirada inquisidora. Me conoce, o al menos eso supongo. — Bueno, ¡Qué sé yo! — Ay, mijo, mosca con una vaina porque… — Qué es, mamá, qué vaina ni que vaina, ¿ese no se la pasa en el gimnasio pues? Bueno, debe estar descansando porque debe estar agotado, nada más eso. — Estás advertido. — Otra vaina más, ¿Dónde está la vaina esa que tengo que llevarle? — En el cuarto de los peroles. — Dale, por lo menos hazme una arepa que tengo hambre. — Anda a cepillarte y a llevar eso y cuando vengas comes. Camino a su casa, que estaba a escasos pasos de la mía (a dos minutos), me acomodé lo más que pude, y cuando lo llamé el corazón se me aceleró. Salió en con un mono de pijama y sin camisa. ¡Dioooossss! ¿Por qué me haces esto a mí? Se estaba levantando porque estaba tocándose la cara mientras venía a abrirme la puerta del portón. Mientras pasaba su mano por su cara pude ver en milésimas de segundos que tenía el guebo parado, se le notaba de medio lado. Además su pecho se veía riquísimo, me dieron ganas de entrar a morderles las tetillas pero me contuve. Me vio y se dio cuenta de que lo vi, pero nuestras miradas no se cruzaban en absoluto. Eso fue raro. — Deja tu miradera —fue lo que dijo y el pulso se me aceleró, me asusté un poco, cosa que era rara. — Qué es, ¿quién te está viendo a ti piaso e feo? —dije yo. — Pasa y ...
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