El negro, mi nuevo vecino. (Parte 2)
Fecha: 20/11/2018,
Categorías:
Gays
Autor: alej97, Fuente: SexoSinTabues
... nadie—dijo. — Bueno, hay huevo, también queso y jamón, puedes rellenarla con lo que quieras, mi amor—me dijo. Comí lo más rápido que pude y sentía el ambiente algo tenso. O quizás solo eran ideas mías. Terminé de comer, me despedí y me fui. Cuando llegué a mi casa, revisé mi teléfono y nada, ni un mensaje de El Negro. Llegó el sábado y decidí ir temprano a la casa de El Negro a ver “si necesitaban ayuda en algo”. Obvio, soy zorra y no me aguanté las ganas de ver a ese negro aunque sea un segundo. Cuando llegué ya en el patio de delante de la casa había varios adornos de fiesta y esas cosas. La mujer de El Negro me vio y me invitó a pasar y me ofrecí a ayudarle en lo que necesitara. Sin entrar a la casa, estuve ayudándola a inflar unos cuantos globos. Después no me aguanté y abrí mi bocota. — ¿Y El Negro? —pregunté con indiferencia. — Ah, se debe estar bañando ahorita, estaba arreglando unas cosas allá adentro. — Ahh —fue lo único que pude decir. Siempre he pensado que las casualidades no existen, porque no creo que “por casualidad” yo estuviera ahí en ese instante, instante en el que El Negro salió en paños al patio a preguntarle algo a su mujer, y cuando notó mi presencia, se detuvo y me hizo un gesto de saludo con la cabeza y habló con ella un par de segundos. Yo no le presté atención a lo que hablaban sino que me quedé embelesado por el cuerpo de ese hombre. Recordé que fue todo mío, después la voz de su mujer me trajo de nuevo en sí. — ¿Lo vas a ayudar? — ¿Ah? —yo no ...
... entendía. — Que El Negro está diciendo que necesita que le ayude a no sé qué cosa allá adentro pero le dije que estoy muy ocupada. Porfa, ¿me harías la segunda de ir tú? Es que si no voy se pone la peluca después. • Hacer la segunda: hacer un favor. • Ponerse la peluca: molestarse. —Bueno, sí, dale, no hay rollo. Dejé una bolsa de globos en una mesa de afuera y entré directo a su cuarto. El corazón se me aceleró. Entré y no estaba. Vi detrás de la puerta y nada. De pronto alguien me hace cosquillas en la cintura y pego un brinco. — ¡Ay! —dije, en un tono muy marico. —Ay vale. —Me asustaste. Cállate. —Cállame —dijo —Ay vale. —Jajaja, qué rata. —Para nada—respondí— ¿En qué era que necesitabas ayuda? —Era para que me ayudaras a poner eso. No nada, olvídalo. — ¿Quéee? Habla claro, lo que querías era tenerme aquí solo en el cuarto. —Quisieras tú jajaja. —Ay, sí, porque tú no. —Yo no he dicho que no —dijo él. Me sonrojé. — ¿Entonces sí quieres? — ¿Qué? —preguntó él. —No me mames gallo vale, habla claro es lo que es. —Pero qué carácter… Bueno, ya te respondí. — ¿Y por qué ni un mensaje me mandas? Naguará. Se nota el interés. Necesito que borres las fotos. — Olvida las fotos, no te preocupes por eso. ¿Cómo te voy a escribir con la cuaima aquí? Cuando dijo eso me reí fuerte. Por un momento pensé que su mujer me había escuchado pero como que no porque no entró al cuarto. —No seas labioso Negro. A mí no me puedes mentir, yo tengo un doctorado en reconocimiento de labia a simple vista. — ...