1. ESTUDIANTE Y PROFESORA 2


    Fecha: 01/05/2024, Categorías: Hetero Tus Relatos Autor: CARAMELO, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... perverso”. Esto lo decía en 1958 Jonas Mekas, quien falleció a los 97 años, en 2020.
    Así que no tengo ningún problema por la descripción. No lo dije en sentido ofensivo… - Valeria me miraba encantada. - Tengo que confesar que no me molesta para nada. Quiero tu compañía como hace 20 año lo fue con una mujer que me encendió la sangre… como vos…
    	Era el momento. Me paré y fui hacia su sillón. La pija se había erguido y hacía el bulto en el pantaloncito, presta a aparecer. 
    Tomé la mano de Valeria, la que sostenía la copa, y la deposité sobre la mesita ratona. La hice parar, sin la menor intención de rechazo.
    -¿No es así? ¿Compartimos la perversión? – La besé en el cuello.
    -Sabía que te gustaría la nena colegiala… - Sin esperar respuesta, Valeria retiró su blusa para lucir su transparente corpiño. Con mis manos apreté sus glúteos contra mí.  
    Desprendió la pollerita del costado, y la tanguita adolescente color celeste quedó a la vista, escapando los rizados vellos por su costado. No sé si mi corazón se fue a las pelotas o a la garganta. Ya la tenía asomando por la pierna del pantalón, y la sacudida de emoción y deseo me obligó a apoyarme en el respaldo del sillón.
    	Las largas y robustas piernas de Valeria, competían con las amplias y lujuriosas caderas. Me miró sonriente. Yo estaba clavado, estático. Llevó sus manos hacia atrás y retiró el corpiño. Me estremecí cuando las macizas y gloriosas tetas se colocaron en el lugar justo para que yo pudiera chupar sus pezones y ...
    ... lamer su transpiración bajo los globos. No me alcanzaron dos ojos para admirar semejante monumento, al alcance de mi mano.
    	¡Y no terminó aquí!
    Metió los dedos en el elástico de la tanga y la bajó, moviendo las caderas…, y luciendo ese culo de honor total. La sacó y la tiró sobre el sillón. Sus ojos acompañaban la sonrisa de sus labios. ¡No seas tan boludo! ¡Eso decían! Ese era yo.
    	Todavía esa maraña de pelos negros y enrulados alrededor de los gorditos labios no habían llegado a mi boca. No podía seguir así. 
    Tomé su cintura y la llevé a la habitación. La empujé y senté sobre el borde de la cama. Allí fui. Busqué separar los negros y enrulados pendejos, y lamí labios externos. Recorrí la humedad de los internos y ubiqué la vulva. Metí la lengua en el hoyo hasta el final, y fui con mis dedos al clítoris, duro y erecto como un meñique. Ella se estremeció.
    -¡Ayyy! ¡Mmmmm! ¡Sííí! ¡Asííí! ¡Diooooossss! 
    Se derramó con intensidad y calor.
    -¡Mamitaaaa! - Al fin tomé contacto con la realidad. 
    La acomodé sobre la cama. Ella se estiró con las piernas bien abiertas. Fui a sus tetas. Lamí y chupé los globos, lamí la transpiración bajo ellos y chupé con ardor sus tremendos y morados pezones. Valeria me tomó de las axilas y me acomodó sobre su cuerpo. Bajó su mano entre su cuerpo y el mío, tomó la pija y la aprestó en la entrada de la concha. Tan húmeda y cálida, palpitando de deseo, como yo. Entré sin dificultad. No fue más que llegar al fondo, hacerla temblar y Valeria descargó el ...
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