Cuando una puerta se cierra…
Fecha: 24/11/2018,
Categorías:
Gays
Autor: Pidroso, Fuente: SexoSinTabues
... ello, estaba fuerte de su actividad física laboral diaria y como decía entre risas ya de joven, tenía dos brazos, dos piernas y la cabeza en su sitio, no necesitaba más. Cierto es que en la cabeza lo que tenía era cada vez menos pelo, pero le gustaba porque le daba un aspecto de hombre responsable y sesudo. Desde que vivía su abuela el veterinario de un pueblo vecino pasaba varias veces al año a supervisar la salud del rebaño de cabras de su masía. En su última visita le anunció que se jubilaba ese mismo mes y que cerraba la clínica por no tener quien lo substituyese, pasándole el contacto de una clínica de la capital de la comarca. Los llamó al día siguiente y quedaron de pasar en unos días a hacer una primera visita. Un todoterreno franqueó el camino de acceso a la masía en el momento en el que Pere estaba sacando el estiércol de las cuadras. Un mono azul de tipo peto, una camisa de cuadros rojos y azules remangada y desabotonada haciendo ver una mata de pelo oscuro de su pecho, unas botas de aguas verde oliva y unos guantes de cocina largos azules eran su indumentaria cuando se acercó al coche que acababa de parar frente al pozo. De su interior bajó un hombre más joven que él, hacía bien poco que aún sería un chaval. Fuerte, moreno de cara con cabello en media melena moreno y rizo, ligeramente más bajo que él, iba vestido de jeans azules, camisa vaquera azul y botas de treaking, saludándolo con una gran sonrisa se le presentó con un fuerte apretón de manos como Mauri, el ...
... veterinario enviado a esa zona por la clínica a la que había llamado. Pere se disculpó por recibirlo así, en pleno proceso del limpiado de los establos y Mauri sin dejar de sonreír le dijo que no tenía que disculparse, que era al contrario, era él el que debería hacerlo por interrumpir sus labores. Pasaron revisión de todo el ganado y Mauri le felicitó tanto por el estado de los animales como por la pulcritud de las instalaciones que para ellos tenía en la masía. Aprovechando que era la primera vez que lo visitaba le mostraría el taller quesería y sala de humado donde producía sus quesos. No sin antes ofrecerle un café en la sala de lectura mientras él fué a cambiarse de ropa para para poder atender más cómodo al joven veterinario. Cuando bajó de su habitación, ya cambiado y aseado, se lo encontró ojeando uno de los libros de Séneca que tenía en su gran biblioteca. Intercambiaron algún comentario sobre los estoicos y sus pensamientos antes de pasar a la zona de quesería y al finalizar la visita le regaló un par de sus quesos, uno fresco y otro ahumado, como siempre hacía por lo menos un par de veces al año con su antecesor. Lo acompañó al todoterreno y antes de despedirse Mauri le preguntó si conocía de alguna masía o casa en alquiler en el pueblo, porque al tener que trabajar en esa zona prefería tener cerca su vivienda y no pasar tanto tiempo en coche viajando desde la capital comarcal. Precisamente hacía un par de semanas que Xiscu, el dueño del bar donde jugaba la partida, ...