1. Masturbándome en la playa


    Fecha: 05/12/2018, Categorías: Masturbación Autor: Crystal69, Fuente: SexoSinTabues

    ... quedaba ceñido del pecho. Tal vez era una talla menos de la que necesitaba, y la forma en la que algunos de esos guapos americanos me miraba empezó a calarme en las mejillas, que se me sonrojaron. —Vayan a nadar — dijo mamá, poniendo las toallas junto con Sandra sobre la arena. Miré a mi hermana y le pregunté si estaba bien. — Tengo pena. Me queda muy chico esta cosa. — A ver. Se quitó la toalla, y en efecto, el bikini le quedaba estrecho en la parte inferior. Se los digo porque sé que cada vez que menciono a Clarisa, le llueven fans, pero tranquilos, lobos, que en este relato ella todavía tenía doce años — aunque a algunos esto les da igual —. — Se te mete en la rajita. — Y tengo frío. Siento que me miran. En ese entonces yo no sabía que los hombres podrían sentirse atraídos por una niña de doce años en bikini, pero ese comentario no viene al caso. Tomé a Clarisa de la mano y nos metimos al agua. Una ola voló mi sostén y mis tetas de catorceañera quedaron al aire, y la brisa que sopló no ayudó mucho. Clari, que estaba en clases de natación, fue la valiente que nadó a recuperar mi ropa mientras yo me tapaba con los dedos los pezones de la mirada de los gringos que estaban cerca de nosotros. Yo, coloradísima, empecé a fantasear con lo que ellos fantasearían de mí. — Tápate las nenas, presumida. Te odio. — dijo Clari, ayudándome a amarrar bien el cochino traje de baño. —Te crecerán. — Ojalá. Jugué con mi hermana un buen rato hasta que perdió el miedo y la vergüenza de su ...
    ... traje de baño. Se veía preciosa, con la piel blanca algo colorada y el pelo mojado rosándole la cara. Siempre me habían dicho que Clari había heredado los ojos de papá, y ella, actualmente, se avergüenza de eso, porque le tiene un odio muy profundo a ese hombre. De nuevo, eso no viene al caso. Salimos del agua tras un rato y nos fuimos a asolear. No había mucho sol, porque estaba nublado. Clarisa se echó bocabajo y me pidió que le pusiera bronceador, cosa que en ese entonces no me importó, pero hoy me parece algo… no morboso, pero sí de tintes lésbicos. Recuerdo desatándole el sujetador, pasando mis manos por su suave espalda, sus nalguitas crecientes y sus muslos fuertes de nadadora. Incluso haciendo a un lado los glúteos y mirando por un segundo el estrecho… bueno, no diré más. Luego se giró y tuve que untarle un poco más en su pecho, que apenas estaba levantándose. Mi madre también se dejaba poner bronceador por Sandra y no dejaba de decir lo guapos que estaban los gringos. Yo compartía su opinión, y mi perversa mente de jovencita ya deseaba verse ensartada por ellos. Ese día y el siguiente no pasó mucho más que ilusiones y fantasías. Me tocaba dormir con Clarisa, que lo hacía semidesnuda, sólo con sus braguitas, y platicábamos juntas y nos abrazábamos cariñosamente como buenas hermanas. En ese entonces éramos extremadamente cercanas, a veces duchándonos juntas. Lo hicimos en esas vacaciones después de entrar al cuarto, y a ella le gustaba mirarme, porque aunque lo hacía con ...