Masturbándome en la playa
Fecha: 05/12/2018,
Categorías:
Masturbación
Autor: Crystal69, Fuente: SexoSinTabues
... pena, la desesperación por crecer constantemente le hacía comparar su cuerpo con el de otras mujeres. El fin es que el último día yo ya estaba frustrada por no tener la suficiente edad para hablar con los gringos y meterme a la cama con ellos. Sólo Clari y yo habíamos ido a la playa, porque mamá había cogido un resfriado — aunque, en realidad, se metió con un hombre guapo que conoció al cuarto para tener sexo con él, y creo que incluso Sandra participó, porque también estuvo ausente. Maldita sea, me enteré después de dos años sobre eso —. — Voy a nadar — dijo Clari. — Se te ve la vagina — le apunté. El bikini blanco, mojado, le marcaba el lindo triángulo de su coño. Para mi sorpresa, poco le importó y se fue así, con sus respingonas nalgas saltando. Se había hecho amiga de una niña pelirroja y jugaba en la playa con ella. Yo, mientras, me quedé en la arena, acostada sobre una toalla y mirando el paisaje. De alguna forma me entraron ganas de masturbarme. Así, nada más. Si eres hombre, imagina que es como tener una erección en el momento menos oportuno. Total que sentía la humedad ya. La naturaleza me llamaba concienzudamente y torcí las cejas. — Maldita vagina — dije para mí y me cubrí con la toalla. Discretamente me llevé la mano al interior del bikini, y oh, sorpresa. Era una fuente de jugos. Las chicas en mi familia siempre hemos mojado bastante. Todos pueden creer que es rico, pero al menos yo y Clarisa detestamos volvernos fuentes cuando estamos excitadas. Total que al ...
... primer roce de mi dedo con mi clítoris, la pena se me fue. Como pellizcando poco a poco, empecé a mover despacio la mano. Veía a los gringos ir y venir con sus grandes pitos. Recordé que tenía que mantener vigilada a mi hermanita, así que giré a verla y estaba allí, en la arena, con la niña pelirroja y otro chico de unos quince años con una pequeña trusa. El chico era rubio, alto, quizá americano o español. El punto es que se veía una erección, o era eso o tenía una buena polla entre las piernas. La pelirroja se le tiró encima y lo abrazó. Él la levantó del culo y su bulto encajó entre la estrecha vagina de su — ahora lo sé — hermanita menor. A nadie le importa, claro. Pero en ese momento me pareció sumamente erótico imaginar que yo era Ada, como se llamaba la pequeña española — al final sí eran españoles —, y que su hermano, Alfonso, me tenía entre sus jóvenes brazos y me restregaba el miembro. Después bajó a Ada y se acercó a Clarisa. Mi hermana estaba arrodillada, con una pala de arena. Quedó a la altura justa como para simplemente inclinarse y besarle el pito al chico español. Mi hermana no parecía enterada de la delicia de carne que tenía cerca de su cara, y platicaba con Alfonso tranquilamente. En ese momento, imaginé su tierna boca comiéndose un pedazo de hombre, y luego remplacé esa boca con la mía y… oh, sí. Lo diré abiertamente. Me traté de desvirgar allí mismo. Introduje los dedos en mi virginal vagina y sentí el dolor de la advertencia de que si quisiera, podría ...