Acogiendo a Hasim. Noche musical.
Fecha: 06/12/2018,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... inmigrante era demasiado fuerte para ella.
Y mientras esto pasaba, entró Eva.
Por un instante, Sara pensó que su madre la ayudaría.
Por un instante.
El tiempo desde que la pudo ver por el rabillo del ojo hasta que la tuvo en el extremo de su cama agarrándola las piernas por los tobillos para evitar sus pataleos.
Estaba vendida.
Y el árabe no desaprovechó la ocasión.
Rápidamente, con la precisión que otorgaba la práctica, la inmovilizó con las abrazaderas.
Como en una pesadilla, Sara volvía a estar sometida por el falso refugiado gracias a las abrazaderas del trabajo que había conseguido gracias a ellos.
La chica no podía moverse.
- Ajaliba, cuchillo –demandó el monstruo unicejo.
- Enseguida, mi Señor –respondió con alegría Eva.
- No… por favor… no… yo… -empezó a suplicar la adolescente, aterrada ante lo que pudiera suceder.
- Callar, kafir –dijo Hasim, y, cuando comprobó que la chica dejaba de suplicar, incluso se permitió una ligera sonrisa-. Tú aprender. Ajaliba y tú ser mías. No volver pensar. Obedecer a mí sólo. Tú feliz. Pero antes tener castigar.
- No… por favor… seré buena… -insistió Sara, comenzando a llorar ante las cosas que empezaba a imaginarse y escuchando a su madre revolver en la cocina.
La interrumpió una nueva bofetada, más fuerte aún que las anteriores… o eso la pareció.
- Dije callar, kafir. Tú callar. Tú ser mujer infiel. Yo hombre. Tú aceptar castigo. Tú aprender a obedecer siempre a mí. En todo. ¿Entender? ...
... –y, como la joven española asintió entre lágrimas, el iraquí no pudo contener la risa-. ¡Jajaja!. No. Tú no entender aún. Pero yo enseñar. Yo castigar para tú aprender. Después serás mía para siempre.
Y, en un alarde de inspiración, el inmigrante unicejo cogió una pelota de tenis del suelo de la habitación.
Una pelota que había rodado durante la breve lucha.
Una pelota sucia, llena del polvo que se escondía bajo la cama de la ingenua adolescente.
La sopló y Sara pudo ver cómo se desprendían algunas pelusas.
Hasim sonreía con malicia mientras acercaba la pelota a su cara.
- Abrir boca –y, ante la indecisión de la muchacha, otra bofetada cruzó su cara. Sólo entonces Sara hizo lo que la ordenaban-. Abrir boca toda. aguantar pelota.
Se marchó sólo un instante.
Lo justo para regresar antes que Eva y fijar con cinta americana la pelota a la boca abierta al máximo de Sara.
La jovencita notaba su propia saliva resbalar por su boca apenas un instante después, incapaz de detenerla e impedir que se mezclase con el tejido de la pelota y la suciedad que la impregnaba.
Tampoco podía evitar tener que tragar un poco cada vez.
Y, mientras, su propia madre miraba con una cara sonriente justo al lado, asistiendo en silencio a la operación de rotura de toda la ropa que cubría a Sara por parte de Hasim con el cuchillo que ella misma había subido.
Un cuchillo enorme a los ojos de la inmovilizada adolescente.
Después de romper toda su ropa, el refugiado ordenó ...