Las hermanastras (Parte 3)
Fecha: 12/12/2018,
Categorías:
Incesto
Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos
... Mientras Martu me comía el coño hicimos que se los comieran ellas. Se llegaron a calentar tanto, que de verlas, me corrí en la boca de Martu. Y eso es todo, bueno, todo no, ya que como te dije, gracias a su testimonio estamos libres.
Martu, añadió.
-Ahora vamos a volver a vuestro pueblo. Les tenemos que devolver los 300 euros, y de paso, comerles el coño bien comido, a punta de recortada, no queremos que se sientan culpables de dejarse.
Esteban, le preguntó
-¿Y eso?
-Me da a mí que antes de obligarlas a comerse los coños, eran dos beatas de mucho cuidado.
Pedro, le dijo a Esteban:
-Dos mujeres, beatas, liadas en nuestro pueblo. ¿Quiénes serán?
Esteban le preguntó a las dos muchachas:
-¿Y cuándo vais a volver a nuestro pueblo?
-Habíamos pensado ir esta noche.
Eran las 12.30 de la madrugada. Dori y Martu, a lomos de sus motos (hondas) llegaron a un bosque que había cerca de la casa de Jerónima. Dejaron agachadas las motos... Llegaron a casa de Jerónima. Les extrañó que la puerta de la casa estuviese abierta, pero no le dieron importancia. Se acercaron a la puerta de la habitación y sintieron gemidos. Recortadas en mano irrumpieron en ella. Dori encendió la luz. Pillaron a Jerónima con la cabeza entre las piernas de Alpidia. Le dijo Martu a Dori:
-Mira las hermanitas que bien se lo montan.
Dori, apuntándolas con la recortada, les dijo:
-¡En pie!
Jerónima no se lo podía creer.
-¿Cómo nos podéis hacer esto después de lo que ...
... hicimos por vosotras?
-¡Por qué somos malas! ¡¡En pie!!
Jerónima y Alpidia salieron de la cama. Dori se agachó delante de Jerónima y Martu delante de Alpidia. Comenzaron a comerle los coños. Martu le dijo a Dori:
-Esta está tan empapada que no me aguanta la lengua ni dos minutos.
-¡Anda que esta! ¿Las follamos?
-Las follamos.
Dori y Martu sacaros del bolsillo trasero de sus jeans dos condones. Se los pusieron a los cañones de las recortadas. Los metieron en las bocas y los ensalivaron. Alpidia estaba excitada y asustada.
-No poner los dedos en los gatillos, por Dios bendito, no los poner que se os puede ir el dedo.
Dori, ordenó:
-¡Abrir las piernas!
Las hermanastras abrieron las piernas. Los cañones entraron apretados en los coños... Al rato ya estaban tan lubricadas que entraban y salían produciendo un placer tan grande a las hermanastras que no paraban de gemir, y más cuando Dori y Martu giraban los cañones dentro de los coños.
Dori, le dijo a Jerónima.
-Cuando te vayas a correr quiero que me lo digas. ¿Cómo te llamas?
-Jerónima.
-¿Me lo vas a decir, Jero?
-Sí.
Martu, le dijo a Alpidia.
-¿Y tú cómo te llamas?
-¡Alpidia! ¡¡¡Y yo, yo ya me corro!!!
Alpidia se corrió. El jugo mucoso de su corrida bajaba por los cañones de la escopeta recortada. Sus piernas temblaban y sus gemidos eran deliciosos. Estaba acabando Alpidia, cuando le dijo Jerónima a Dori:
-¡Me viene!
Dori la folló más aprisa.
-¿Qué te viene?
-¡¡¡Una ...