1. EL REGRESO


    Fecha: 09/08/2017, Categorías: Incesto Autor: Barquidas, Fuente: SexoSinTabues

    ... cuando con su marido, D. Sergio, hacía el amor al regresar ambos a casa ya en la madrugada del domingo tras de cenar y luego bailar hasta que las “ganitas” o “ganazas”, que las más de las veces más serían las segundas que las primeras, aconsejaban regresar a casa, a la intimidad del tálamo conyugal, so pena de ser echados del local por escándalo público. Claudia se sintió feliz escuchando gemir a su madre, pero también bufar a su padre, después de tanto tiempo de no vivir ninguno de los dos. Y, por primera vez a lo largo del día, pensó en su hermano sin resquemor alguno, hasta casi que con cariño, cuando dijo en voz alta: • Pues parece que el que regresaras sirvió para algo bueno, hermanito. Claudia se dio la vuelta en la cama y, adormecida con aquellos murmullos que en otro tiempo no la dejaran dormir trocados en nana, se fue dejando caer en un sueño que dejó de ser agitado para tornarse reparador, acunada además por la visión del rostro sonriente de su padre y su madre. También el rostro amable de Sergio, su hermano, que le decía “Duerme hermanita, cariño mío”. Incluso afirmaría que él estaba a su lado, velando su sueño, mientras sus manos dulcemente acariciaban su rostro, su cabello y sus labios acariciaban el lóbulo de su oreja y la piel de su cuello, del inicio de sus senos al tiempo que ella le replicaba “Te quiero hermanito. Te quiero mucho. Te amo, te adoro Sergio mío… Los días y las noches fueron pasando y Claudia siguió durmiendo otras muchas noches arrullada por ...
    ... la nana de los murmullos amorosos de sus padres. Volvió a reír como en otros tiempos mejores lo hacía y se tornó menos ácida con Sergio, su hermano, al que más de una vez miraba con fijeza cuando nadie, y menos que nadie el propio Sergio, lo advertía. En fin, que volvía a ser feliz… Pero el paso de los días, de las semanas también traía consigo el avance en la función profesional que devolviera a Sergio a su “Patria Chica”, con lo que su estancia allí poco a poco iba llegando a su inapelable término. Un día lo comentó en casa, pero asegurando que la anterior incomunicación no se repetiría. Que no sólo se mantendría en contacto con sus padres y hermana, sino que siempre que pudiera iría a verles, a pasar con ellos unos días. Así llegó una tarde en la que al llegar a casa del trabajo, Claudia se le acercó para, ¡Oh milagro!, besarle en la mejilla mientras le decía • Sergio toma, tu billetera. Te la dejaste esta mañana en la mesilla de noche El, todavía confundido por el beso de su hermana, tomó la cartera y quiso agradecerle que se la guardara, pero la verdad es que apenas si salió alguna palabra inteligible, de lo sorprendido y, a qué no decirlo, nervioso que estaba. Aquella tarde pasó sin más pena ni gloria para acabarse con la cena, todos juntos en torno a la mesa de la cocina, y un corto rato ante la “tele”. Sus padres fueron los primeros en retirarse a dormir y Sergio no se quedó muy atrás en levantarse para irse a acostar. Claudia, tras retirar las tazas en que su padre y ...
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