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Morena (Parte 1 de 2)
Fecha: 23/12/2018, Categorías: Microrelatos, Autor: dulces.placeres, Fuente: CuentoRelatos
... diablos no se mataba parada ahí arriba. Ella siempre había sido muy coqueta y sus hermosa piel lucía un bronceado envidiable, seguí observando en silencio, un vestido suelto, lo justo para no apretarla para cortarle la respiración, pero al mismo tiempo para marcar sus formas, en un violeta furioso, sus pezones puntiagudos se marcaban demasiado, dejándome adivinar que no llevaba sostén, sin mangas, sostenido por los hombros con unas cadenitas doradas, lucía una gargantilla en el cuello con una enorme letra M, su rostro se mostraba alegre, perfectamente maquillado, sus cabello castaño oscuro recogido en una enorme cola de caballo, y sus orejas lucían unos largos pendientes dorados con piedras violáceas, haciendo juego con el vestido. Morena estaba delgada, había bajado de peso, era evidente, supuse que estaba en alguna dieta, pero se veía mejor de lo que la recordaba. El rostro de mi amiga era una juguetería, y en ese momento, mientras acomodábamos las cosas que había traído percibí que ella tenía otras intenciones, por lo que tuve la necesidad de decirle -Morena, no lo tomes a mal, pero… No encontraba las palabras para decirle lo que quería decirle sin herir sus sentimientos, pero ella se adelantó cortando mis palabras -Hey! tranquila… no te preocupes, somos amigas, no hay trampas en este encuentro, no voy a comerte, lo juro! Al decir esto ella levantó su mano derecha, como dando solemnidad a su juramento, me sacó una carcajada y ambas nos reíamos como ...
... tontas. Nos sentamos a cenar, había preparado un pollo agridulce que estaba para chuparse los dedos, dejó mi vino en la heladera, trajo uno propio, dijo que yo era su invitada y que quería agasajarme, así que comimos, bebimos, nos reímos, charlamos, recordamos nuestra adolescencia, nuestras locuras, ese beso que me había robado, nuestras revolcadas a escondidas, le conté de mi vida de esposa, que ya no me cuidaba porque quería quedar embarazada, de Milton, de sus viajes, de su profesión, ella habló de su trabajo, de su vida, de su soledad, porque ella siempre estaba sola, y fue cuando me dijo mirándome a los ojos -Creo que yo siempre estaré sola… porque yo solo tengo ojos para una mujer… En ese momento un silencio sepulcral cubrió el lugar, ya no hubo risas, ni recuerdos, no supe que decir, y ella no dejaba de mirarme fijamente, hasta que apoyando su mano en la mía dijo para romper el hielo -Bueno, bueno… comemos el postre? Asentí con la cabeza, sin obviar el detalle que nuevamente ella tenía sus ojos enjuagados en lágrimas… Comimos la crema helada que había traído, hicimos sobremesa, Morena trajo un par de cafés y encendió un cigarrillo, maldito vicio, odiaba que fumara tanto, se lo hice saber, pero solo sonrió sin dar respuesta, en verdad respondió con una nueva pitada, como no dando importancia a mi reclamo. Y bueno, obviamente, se había hecho tarde debía regresar a casa, pero había que lavar las cosas, no la dejaría que ella fregara todo, nos dirigimos a ...