INCESTO A LA DISTANCIA
Fecha: 23/04/2025,
Categorías:
Incesto
Tus Relatos
Autor: Anónimo, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
... mientras nos sacábamos la ropa a lengüetazo limpio nos decíamos las mismas groserías que en las charlas calientes del chat.
Quedamos en bolas. Mi pija al palo producto de la excitación y el morbo del incesto tabú. Mi madre, pese a sus sesenta años seguía estando bien cuidada. Linda de rostro, pocas arrugas, más en el cuello que en la cara, el pelo medio largo y prolijo, castaño amarronado. Perfume matador. Dientes blancos. Metro sesenta y tres, flaca en general pero con material proporcionado por todos los costados. Lindas piernas, conchita semi-peluda pero emprolijada, cintura fina como de pendeja de veinte, nalgas no trabajadas ni grandilocuentes pero bastante interesantes por su edad y unas tetas.... impresionantes. Leti tendría medidas de modelo: 100 de pechos, 60 de cintura y 90 de culo.
La tiré a la cama, abrió las gambas y empecé a chuparle la concha de manera desaforada. Lengua pura de arriba a abajo, clítoris y masajes con los dedos. Luego, paja e introducción de dedos en su vagina para cogerla un poco con la mano. Jadeaba sin cesar y estuve varios minutos chupando y pajeándola hasta que no aguantó y acabó sus flujos en mi mano y boca……
-Siiiiiiiiiiiiiiiiii, siiiiiiiiiiiiiiii gritaba, que puta soy……. Le acabé en la boca a mi hijo…..
-Esto recién empieza mami. Y nos abrazamos a los besos y lengüetazos. Estuvimos varios minutos apretando como dos estudiantes en celo. Nos sentamos replegados al respaldo de la cama y le dije. Sentáte arriba mio. Abrí mis piernas e ...
... hice el hueco para que se pudiera sentar sobre la cama y la abracé desde atrás. Le lamía el cuello y los hombros y estiraba mis manos para amasarle las tremendas tetas que tenía Leti. Le besaba la espalda y le corría el cabello mientras con una mano bajaba para pajearla otra vez. Asi le empecé a tocar hasta que acabó otra vez, entre gemidos de placer y palabrotas de roja temperatura.
Después de eso me dijo: -Ahora me toca a mi, y se deslizó hacia mi pija para empezarme a chupar el pingo de manera sensacional. Habrá estado como diez minutos chupando, chupando y chupando con maestría. La pindonga estaba dura como una roca y ella se pegaba pijazos en los cachetes, se la refregaba por la cara, por el cuello, por la nariz. Hasta se la puso en la oreja…
Esto es morbo, bebé, me decía.
Siguió chupando. Vuelta a vuelta también apoyaba sus enormes gomas en mi ingle y se frotaba la pija en las tetas, en los pezones. Era hermoso sentir el calor de sus senos en mi pija, pero no sería nada respecto de la turca que me haría en un rato.
No se aburría de chupar, pero había que coger. Ponemelá guacho, me dijo. Y entonces la puse en cuatro y entré a darle matraca estilo perrito. Sus gritos eran tan fuertes que debí impulsar su cabeza contra la almohada para que sus jadeos y guarangadas no se escucharan en los departamentos vecinos. Meta, meta y meta le di unos minutos hasta que se movió toda sacudida por el orgasmo que la embriagaba.
-Quiero más, guacho. Me hacés acabar tan bien. Que ...