SIEMPRE HAY MÁS
Fecha: 28/04/2025,
Categorías:
Hetero
Tus Relatos
Autor: CARAMELO, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
Había concluido con Patricia. Soledad bebe todo el semen que quedó dentro de su amiguita. Cuando concluye con su tarea va a la boca de Patri. La besa, transfiriendo parte del semen que había chupado. Mientras ellas se besan, voy a sus entrepiernas, variando en cada una, y con sus beneplácitos, los besos, lamidas y chupadas, tanto de conchas como de culos. Aun cuando todavía hay restos de semen, ambas nenitas la tienen exquisitamente agradables. Sabor y aromas principescos.
Mientras encaro mi grata tarea, al tenerle ocupados sus orificios inferiores con mi boca y mis dedos – mientras chupo a una, meto los dedos en la otra -, ellas también ocupan sus bocas besando y lamiéndose rostro, orejas, cuellos y pezones.
Se había hecho muy tarde. Tengo dos tareas importantes: indicarle a Sofi y Luci que hoy no voy a estar con sus alumnas del séptimo grado…, y llamar a la empresa para decirles que tengo “un gran malestar en el estómago, seguramente de algo que comí”, y me cayó mal. Ergo: hacer tareas previstas.
Hice vestir a las nenas (no me interesa que se saquen el olor a sexo; sirve para “convencer” a las mamás de lo bien que lo pueden pasar). Me vestí, y mientras las nenas terminaban, crucé el patio interior hasta lo vivienda de Paula para hablar por teléfono a la empresa.
Y tal cual. El verso sirvió; tengo un par de días más de jolgorio en el pueblo.
Los tres pulcramente vestidos, sin ducha, por supuesto. Las acompañé a sus respectivas viviendas, a menos de 250 metros. Las ...
... mamás están muy encantadas de lo contentas que están sus hijitas. Luego entrarían en detalle, y ambas me invitaron a tomar el te o, si lo prefiero, a desayunar, almorzar o cenar, lo que yo quisiera, con tal de “ir de visita”.
Y así quedamos, dependiendo del tiempo disponible. ¡Es muy difícil decidir! Sí el tiempo me da, complaceré a las mamitas, que están muy buenas, por cierto, ambas menores de 30. Pero en ese momento había llegado la hora de ocuparme de María y su hijita. Así lo había prometido.
Un muy cariñoso recibimiento de ambas. Sin duda María puso a su nena en “autos…”, le aclaró cuál sería mi tarea. Ambas me abrazaron y besaron tiernamente, en la boca y en las mejillas. En ambos casos, para que no se consideren preferencias, apreté los glúteos a ambas, mientras nos besábamos. A la nena le sobé el agujerito con el índice. Ella, tan hermosa y amorosa como la mamá, muy entusiasta y calentona, me agradeció con la mejor sonrisa. Sería de un quinto o sexto grado. No le había preguntado a María o, si me lo dijo, no me acordaba.
Su nombre: Anna. Según María, acá la anotaron con una sola “n”, a lo castellano, pero tanto ella como el padre, quieren que lleve el nombre italiano. ¡Cada cual con su raye!
Anna es tal como sería María en su infancia. El mismo cabello, los mismos ojos, la misma boca. Una belleza total, y la mamita, tan pícara como querría que fuera la hija, sólo le había puesto una grácil blusita que no cubre el ombligo, con los pezones muy bien marcados, ...