1. Por la unión de la familia (3)


    Fecha: 28/12/2018, Categorías: Infidelidad Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... completo, para responder
    
    ·¿Qué dices, cariño? Lo siento, cariño mío, mi amor, pero estoy aún “zumbada” de sueño y no te he entendido bien
    
    ·Pues que te levantes ya, dormilona; que son más de las nueve y media y hay que cenar. Luego, cuando acabemos, podrás acostarte y seguir durmiendo hasta que te canses…
    
    ·¡Dios mío! No me digas que son ya las nueve y media… Pero, pero, ¡si se me hace que acabo de echarme tumbarme en la cama, como quién dice!...
    
    ·¡Ya, ya, acabas de acostarte!... ¡Pero, si llevas durmiendo casi cuatro horas!... Vamos, que a tres horas y media, ni un segundo le quites… ¡Dormilona, más que dormilona!
    
    ·¡Hay Dios; si no me lo puedo creer; si tengo más sueño, más cansancio, que cuando me eché en la cama
    
    Y, efectivamente, Julia consultó su reloj, comprobando que, sin duda alguna, eran las 21,40, ya pasada, casi las diez de la noche. Se acabó de desperezar, estirándose cual gatita retozona, bostezó a más y mejor, y casi tambaleante, medio dormida aún, marchó al cuarto de baño, evacuando su sobrante en el retrete para, al momento, meterse bajo la ducha, y no con agua templada, sino más gélida que fría, lo que acabó de despabilarla en un plis-plas, pues, ¡uff, qué frío!, de modo que salió al instante de la mampara, se secó más que vigorosamente, se echó por encima un albornoz y, sin más ropa que cubriera su desnudo cuerpo, se dirigió a la cocina donde encontró la cena lista y en la mesa; nada de particular, entrecots de buey poco hechos, bien ...
    ... churruscaditos por fuera, pero sonrosados y medio crudos por dentro, como a los dos les gustaban, acompañados de patatas fritas y ensalada de tomate, lechuga, cebolla cortada en aros y aceitunas de esas verde intenso, oscuro, de fuerte sabor a oliva
    
    Cenaron en amor y compaña, uno frente al otro, entre risas y bromas, riendo a modo las mil y una naderías, tonterías se diría, que tanto al uno como a la otra por momentos se les ocurría; en fin, chorrada tras chorrada, ora a cargo de Álvaro, ora por boca de Julia; y, es que, simplemente, se sentían los dos muy, pero que muy a gusto, la mar de bien, por el simple hecho de estar juntos, cosa que no tantas horas antes, menos de veinticuatro, en too caso, hubiera sido impensable, tanto para el hijo como para la madre.
    
    Acabaron la cena y, una vez más, Álvaro fue el gentil caballero para su madre, su dama, podría decirse, pues cuando terminantemente se opuso tenazmente a que ella hiciera absolutamente nada que no fuera irse al salón, a sentarse allí y descansar, pues no hubo forma de que permitiera a su madre hacer nada de nada en la cocina, encargándose él de recoger la mesa, fregar todo lo fregable, y, por finales, ordenarlo todo, poniendo cada cosa, cada cacharro, cada enser, en su sitio.
    
    Finalmente, se reunió con su madre en el salón, donde ella le esperaba sentada en el sofá grande, largo y ancho, de tres plazas. Álvaro hizo intención de retirarse a su cuarto, a seguir con lo suyo, estudiarse los temas de la oposición que se había ...
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