Curiosidad satisfecha 2 - Relatos Eróticos

Curiosidad satisfecha 2

Lo que había pasado en aquel club de intercambio no sabía cómo catalogado si bien la pareja a la que supuestamente nos debíamos y nos dominaba o las fantasías y lujurias de mi mujer en cualquier caso ella me había puesto los cuernos delante mía y de alguna manera consentidos. 

No sé si lo que habíamos hecho era el plan de Ana o de la pareja que nos dominaba a la distancia y que mi mujer quería que hiciesen real. 

Lo que estaba claro era que Ana no tenía límites me la había dejado patente por lo que o lo asumía o terminaba con aquello asumiendo mis consecuencias. 

Mi mujer estaba radiante deseosa de ser sometida por aquella pareja y yo no sabía pararla aunque se me ocurrió algo que tal vez la echase para atrás comentarle que tal vez vi hiciesen comer un coño , cosa que hasta la fecha no estaba dispuesta a hacer.

Su respuesta todavía me jodió más, 
Sí tal vez nuestros dominantes nos obliguen a hacer cosas que no nos gusten pero a los dos o sea que prepara tu culito y esa boquita vete practicando. 

La polémica estaba asegurada Ana lo tenía claro que todo no sería placer....... O tal vez sí. 

El verano había llegado y habíamos reservado una habitación un fin de semana, ya que sí todo iba como la pareja quería nos hospedaríamos con ellos el resto de las vacaciones pagando el tributo de ser dominados. 

Yo por todos los medios quería que aquello no siguiese adelante ya que me parecía que aquello se desmadraba demasiado después de ver a mi mujer en aquel local. ...

... 

La respuesta de Ana fue tajante una vez más , estas o no estás, añadiendo también que igual le gustaba y podía vivir de recibir placer........

A mi entender ella ya estaba sometida a la pareja y de lo que se trataba era de que yo te dejas el camino libre  o asumiese mis cuernos como ella quería. 

El viaje al encuentro no fue precisamente divertido ya que el tema de conversación en el coche se acalolaba por momentos y como ella decía podía irme cuando quisiera, hasta la fecha hemos disfrutado de todo porque no hacerlo en esta nueva faceta, cosas así parecía como si tuviese lavado el cerebro o tal vez lo que quería era lavarme el mío ya que yo no estaba nada convencido de todo aquello dejándome llevar por los instintos primarios de mi mujer. 

El sábado a primera hora nos llamó Antonio, dándonos la dirección del parking subterráneo de un supermercado a que teníamos que ir y una vez allí mandarle el número y color de la plaza. 

Aquello ya estaba en marcha Ana se vistió para la ocasión lencería y un vestido corto veraniego yo simplemente ropa cómoda. 

Buscamos una plaza de aparcamiento un tanto apartada haciendo esquina lejos de los ascensores y de las entradas, veinte minutos después aparcó un monovolumen al lado de nuestro coche nosotros ignoramos dicho vehículo ya que al volante no estaba  ninguno de los dos la pareja que nos dominaba. 

El hombre salió del coche y nos miró con atención como si quisiera decirnos algo, después cogió el teléfono y realizó una ...