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Los mejores Anos
Fecha: 03/08/2025, Categorías: Anal Tus Relatos Autor: Obsesión Anal, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
... gotita de leche blanca asomaba en cada uno de sus pezones. No pude aguantarme y me lancé a chuparlos otra vez. Ella se retorcía. Entonces, mi marido le colocó el pene en el ojete y empezó a moverlo por fuera. Yo quería seguir ahí, pero no podía dejar sola a mi puta porque automáticamente iba a frotarse el coño. La castaña. El chocho. El culo de delante. Me lancé sobre ella y le eché un chorrón de lubricante. Le metí la mano, ahora sí entraba como mantequilla. Bramó. Yo metía y sacaba, metía y sacaba, mientras ella apretaba los dientes y lloraba, y seguía intentando frotarse por delante. Aquello era ya insoportable. Entonces mi marido empujó. Enterró el glande en aquel pequeño asterisco que estaba entre aquellos inmensos jamones. Su puta enloquecía y empezó a tocarse el coño. Yo ya no podía impedírselo. Más lubricante, y entró un poco más. Empezó a moverlo lentamente. Lo sacó. El ojete estaba dilatado. Yo saqué el puño, y el ojete de mi puta parecía una boca abierta. -Oh, un momento, Amor. -¿Un momento para qué????? Oh, necesito correrme. -Espera. Cogí el móvil e hice un selfie. Las dos putas despatarradas detrás, con los anos abiertos, y mi marido y yo sudorosos y sonrientes. Como los cazadores que se hacen ...
... una foto con la presa. Volvimos a lo nuestro. Mi marido, por compasión, le metió la verga a mi puta, para que pudiera tocarse. La sacó y siguió sacudiendo a la suya. Yo ya no podía más. Las dos putas se tocaban el coño con furia. Mi marido seguía culeándolas por turnos. La habitación estaba llena de un olor espeso, a puta, a sexo y a culo reventado. Las dos zorras se venían. Yo me venía. Me aparté un poco y comencé a masturbarme el coño con la mano. Con un dedito, me acariciaba un poquito el ano. Las putas se corrieron casi a la vez. Entonces, mi marido, como buen esposo, las hizo ponerse junto a mí, para que me tocaran los pezones mientras yo me masturbaba. Él sabe lo que me gusta. Yo gemía, y ellas gemían, como ayudando. Y así me corrí salvajemente, mientras la leche, esta vez de mi marido, llovía sobre todas. Estábamos todos agotados. Pagamos a las dos putas, que ya se iban con su dinero, y con el ojete dolorido. De seguro que iban a recordar este polvazo. Propusieron repetirlo pronto. Pero con lo que cobran esas zorras, tendremos que esperar a otro acontecimiento importante para permitírnoslo de nuevo. No obstante, antes de irse, le dije al oido a mi puta: -Mañana, cuando vayas al baño, acuérdate de mí.