Aburridas
Fecha: 10/08/2017,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos
... también arrogante que en qué coche quería hacerlo, además de conminarle a mostrarle los atributos pues de no ser el propietario de la imagen, nos íbamos.
El hombre mantuvo su pose altiva, fría, unos segundos, antes de añadir sin dejar de mirarnos:
-Vamos a dejar las cosas claras desde el principio. Aquí las normas las marco yo. Tú me la chuparás cómo y cuando yo diga. Y tú, participarás si yo lo ordeno. –Un escalofrío recorrió mi columna. –Estas son mis condiciones. Si no os gustan, podéis largaros ahora mismo.
Vámonos de aquí pensé pero no me atreví a decirlo en voz alta. La mirada de aquel hombre intimidaba. Bibi me escrutó por espacio de varios segundos, calibrando mi reacción supongo, pero tampoco respondió. Esperaba que pusiera el coche en marcha y abandonáramos el lugar pero en vez de eso, le devolvió la mirada, vidriosa, anhelante.
Si aún no estaba claro que habíamos claudicado, las manos del caballero abriéndose el pantalón para que asomara su miembro, arrogante, fue nuestra condena. Realmente era la mayor que había visto nunca, la más grande que Bibi iba a degustar.
-Salid del coche las dos –ordenó. Obedecí temblando, mientras mi compañera parecía un animal en celo. –No me la chuparás en ningún coche. Te arrodillarás en el suelo, aquí mismo. Si realmente eres tan buena felatriz como pregonas, deberías saber que una polla se chupa arrodillada. Como acto de pleitesía al macho.
Bibi miró el asfalto, sin duda preocupada por mancharse el vestido o ...
... rasgarse las medias. Al llegar al lado de mi amiga, el desconocido continuó usando el mismo tono imperativo y machista:
-A las zorras callejeras no les importa pelarse las rodillas, pero confirmando que realmente sois damas con clase, permitiré que utilices la chaqueta como cojín.
Mi amiga llevaba un vestido de una sola pieza hasta medio muslo, Sita Murt creo, con una torera a juego en tonos oscuros. Sin que él lo hubiera ordenado directamente se la quitó, doblándola, pero antes de que la soltara en el suelo y se arrodillara, el hombre se dirigió a mí.
-Ya que no vas a participar activamente, lo harás de modo pasivo. Quítate también la chaqueta que también servirá de cojín de la reina.
Yo vestía pantalón elástico negro Margot Blandt a juego con una blusa marfil de la misma diseñadora, cubierto por la chaqueta bolero a juego en el mismo color claro. Mi cerebro negaba pero mis manos no le obedecieron. Me la quité, la doblé como había hecho Bibi con la suya y se la tendí, esperando que la mía quedara encima para no ensuciarla.
-Cuando quieras –ordenó mirándola.
Mi amiga preparó el cojín, con mi chaqueta encima afortunadamente, se arrodilló y no dejó de mirar su postre ni un segundo mientras le bajaba los pantalones hasta las rodillas. Sacó la lengua para comenzar lamiéndola, la recorrió hasta los testículos que también cató, para volver al glande que engulló golosa. El miembro ya había adquirido un tamaño considerable cuando el hombre emitió el primer gemido de ...