1. Ana 6: desencadenada (Parte 2)


    Fecha: 07/01/2019, Categorías: Transexuales Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    Luego de hacer un rápido recuento de todos los hombres casados que conocía, llegó a la conclusión de que el ideal era Federico, el nuevo Vigilador del edificio. Le sorprendió que no se le hubiese ocurrido su nombre de entrada, pero concluyó a que eso se debía a la mala experiencia que tuvo con Germán el antiguo Vigilador del edificio (ver Ana 1). Este último fue uno de los tantos amantes de Ana, y fue también el responsable de que la vida de Ana se cruce con la de su vecino, pero en fin, es agua pasada y Federico era completamente diferente. Es extremadamente caballero, y nunca lo descubrió mirándola mientras le daba la espalda. De hecho, si no fuese por su sortija de compromiso, pensaría que es gay.
    
    Federico tiene unos treinta años, es de piel blanca, siempre va bien afeitado y el pelo corto peinado a un costado siempre está prolijo. No es feo ni lindo, pero el uniforme de seguridad le da cierto atractivo. Había hablado poco con él, pero suponía que era un hombre tímido y de fuertes convicciones. Ya se encargaría de afirmar esa suposición.
    
    De a poco se le fue acercando. Le buscaba charla cada vez que llegaba a la noche de algún concierto. Así lo conoció mejor, supo que no tenía treinta sino treinta y seis. No perdió la oportunidad de resaltar lo joven que parecía. Federico, siempre, en algún momento de la charla, nombraba a su esposa, como si con eso se protegiera de la creciente atracción que ya estaba sintiendo por Ana.
    
    Paralelamente a esta conquista, la vida de ...
    ... Ana seguía igual. El vecino, por suerte, se había ido unos días para festejar navidad con sus padres. Los tres pendejos que la chantajeaban, todavía no tenían planes para irse de vacaciones, por lo que durante esa semana, entre que conoció al cadete del supermercado y comenzó a relacionarse con Federico, la contactaron para una nueva orgía. Esta vez sólo se presentaron Diego, y Juan. Lamentó que su violador preferido, Carlos, el más amable, no se presentara. “esperanos en pelotas en tu cama, con las piernas abiertas” le ordenaron vía WhatsApp. Los chantajistas, ya tenían llaves del departamento. El portero los conocía, porque desde hace un mes que venían todos los sábados, durante la tarde “a tomar clases de violín”. Por suerte dicho portero, nunca había reparado, mientras limpiaba el palier de los pisos, que la música que salía de ese departamento, las veces que la visitaba ese trío, provenía de un equipo de música que prendía Ana para apagar los gemidos que inevitablemente largaba.
    
    Cuando Juan y diego abrieron la puerta, se fueron directo al dormitorio mientras escuchaban la suite número uno de Bach, donde encontraron a Ana tal como se lo habían ordenado: desnuda, con las piernas abiertas, un poco flexionadas, dispuesta a recibir aquellos falos que ya venían erectos.
    
    —Que perra obediente — dijo Juan. Ella no dijo nada. Sólo los observó con la mirada carente de sentimientos.
    
    De hecho, durante las dos horas que la poseyeron, no emitió palabra, ni modificó esa mirada ...
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