El obstáculo de la inocencia.
Fecha: 07/01/2019,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... presentaba de continuo ante mí, y en mis adentros, rogaba por ser suyo. No sé cómo, pero aquel pensamiento se posesionaba único de mi cabeza. Pero la inocencia incapaz aún de desterrarse del ser mío, me prohibía actuar con la insensatez tan adueñada ya de mí. No pude más, pues cuando un fuego arde, y sus llamas se extienden se necesita una poderosa entrega para oprimirle. Mi tía era esa necesidad, lo sabía, lo sentía, cada punto en mi piel reclamaba su ser caer sobre mí. Es dura la tentación, y un día, cuando leía poesía, alcancé a ver un bello verso, el cual reflexionaba sobre la virtud de amar. “Amar es un sendero tortuoso, cuando se despide y no se otorgó a la tentación una bienvenida”. Y cuando leía, todo el erotismo silencioso que en mi bullía, llegaba en torrente a la sola imagen de mi tía. Valía soñar con aquellas letras, mientras mi tía era mía en los recónditos pensamientos secretos. Entonces, llenó ya de una impaciencia, cuyo vapuleo en mis carnes de continuo era ya insoportable, decidí explorar mi cuerpo. Aprovechando la ausencia de mi tía, me dirigí al fregadero, y cerciorándome que nadie me observará tras la ventana, tomé los azules guantes que escuálidos colgaban del fregadero. Una vez colocados, noté que no me quedaban como a mi tía, pero humedeciéndolos en agua jabonosa, decidí ceder al tentador deseo de masturbarme. Eché abajo mis shorts y mis calzoncillos, y comencé a tocar mi erecto pene. Poco a poco lo manipulaba, mientras con los ojos cerrados, me ...
... encerraba en un fantasioso mundo lleno de gemidos, clamores lejanos y palpitantes voces. Sentir mi desnudez entre aquellos guantes elevaba mi deseo, y era un bello paraíso no visto hasta entonces. Mi propia voz jadeante resonaba en la soledad de mis ojos oscurecidos por la soñada imagen de mi tía. Pero, deseando que aquel momento fuese duradero, me desnude por completo, y con aquellos guantes solamente, me revolvía en lascivos movimientos. Mis manos, en una voluntaria rebelión, se paseaban por mi pecho, mi cuello, mis piernas, mi pene, hasta pensar que eran no mis manos sino las de mi tía. Al poco, exploté, y sentí el más dulce descanso jamás sentido, la paz más envidiable; y me gustó saltar aquel obstáculo llamado inocencia. Por supuesto, seguí con aquella secreta situación. Apenas y me veía solo en casa, corría al fregadero y me colocaba los guantes azules, y exploraba todo mi cuerpo. Sin embargo, debido a que no tomé las precauciones debidas, un día mí tía me atrapó. La miré salir en su auto, y deseoso de satisfacerme, me desnude tranquilamente y me puse los citados guantes. Empecé lavando los platos, y cuando hube terminado, aún con espuma, pasee mis azuladas manos por todo mi cuerpo, cerraba los ojos e imaginaba mil situaciones con mi tía; pero la que habría de vivir, estaba lejos de mi imaginación. Ella había olvidado sus tarjetas de crédito, por lo que regresó rápidamente, y yo, absorto en mi locura desmedida, no me percaté de su llegada. La miré de pie frente a la cocina, ...