1. El obstáculo de la inocencia.


    Fecha: 07/01/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... con los brazos cruzados y fijando una mirada muy aguda sobre mí, del susto, me puse rápido los calzoncillos y una camisa; pero mi tía se acercó veloz, y tomándome por los cabellos, sin que dijera nada, me sentó con cierta violencia en una silla. Me ató con unas cuerdas las enguantadas manos húmedas aún. No podía moverme, ya que sus nudos fueron precisos también en mis piernas junto a la silla. Así, atándome fijamente, se llevó un dedo a su boca y besándolo con cierta lascivia, lo puso en mis labios. __ ¡Ahora veras niño sucio lo que te espera! Dicho esto, se alejó a su cuarto. Mi corazón palpitaba mientras escuchaba como sus tacones se alejaban a medida que se perdía a su recamara. Me encontraba muy apenado, jamás había pensado lo que diría si me descubriera, y esa vez era un mar de confusión. Intenté desatarme, pero no lograba resultado favorable alguno. Me resigné. Pensé que me echaría de su casa, y me contristé en gran manera. Mi erección rápidamente quedo reducida a un débil y escuálido pene, húmedo aún por los ajetreos de la apagada masturbación. Entonces, mi corazón palpitó más fuerte, pues el temor a lo que seguía siendo indescifrable, se apoderó con gran viveza de mis sentidos, que no creía ver a los ojos a mi tía. Escuché sus pasos, sus atronadores tacones al tocar el piso. Y entonces, la observé frente a mí, cómo a dos o tres metros. Mis ojos parecían salirse de mis orbitas al contemplarla. Ahí de pie, alta y exuberante, vestía un vestido rojo de látex como si ...
    ... fuese una segunda piel. Sus pechos parecían salir a borbotones de aquel ajustado conjunto brilloso. Sus largas piernas daban termino a un par de sandalias de tacón alto, de un negro tan brillante, que el mismo suelo se reflejaba en su faz. Su cuello blanco y bien formado se veía libre al haberse holgado el cabello. Bajo su vientre se adhería un arnés provisto de un dildo color piel como de trece o quince pulgadas; lo cual me causó una profunda impresión. Entonces, colocándose frente a mí, me abofeteo con un par de guantes de látex color negros, y mientras se los colocaba y notando que le quedaban finamente ajustados a la mitad del antebrazo escuché su voz sensual y maliciosa a la vez. __ ¡Te gustan los guantes! Gozas al usarlos, pues lo que te espera lo disfrutaras. Así, se inclinó y comenzó a desatarme, y apenas y sentí la debilidad de las cuerdas, quise echarme a correr. Intenté ajustarme los calzoncillos, pero mi tía me tomó por los cabellos, y no pudiéndome liberar, aunque intentaba lo referido, noté cómo ella con cierta fuerza extraña, me sujetaba por las coyunturas tras las rodillas y me subió ante sí de modo que mi entrepierna quedase a la altura de su abdomen. Me tenía fuertemente sujetado, y noté cómo con su mano izquierda, acariciaba mi ano. Lo introdujo lentamente, lo cual me causó cierto dolor, pues nunca me habían penetrado así. Ella, me decía con lascivia que no me dolería y que me tranquilizara, a la vez que me repetía lo de niño sucio. Entonces, mientras mis ...