Ana 6: desencadenada (Parte 1)
Fecha: 09/01/2019,
Categorías:
Transexuales
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
Ana está cansada de ser usada por los hombres. Cansada de que sólo la vean como un objeto sexual, o como a una puta. El peor es su vecino, que la venía acosando y violando desde hace tiempo. Cada vez que subía por el ascensor, para ir a su departamento le empezaba a latir frenéticamente el corazón, porque sabía, que era muy probable, que su vecino la estuviese esperando detrás de la puerta de su propio departamento, para, ni bien escuchar sus pasos en el pasillo, salir rápidamente a su encuentro, abrazarla por la cintura y arrastrarla hasta su casa, para obligarla a coger de todas las maneras que se le ocurría. Ni si quiera cuando estaba en su período se podía librar de él, porque, previa comprobación de que realmente estaba menstruando, la obligaba a practicarle sexo oral y a tragar su semen. Es cierto que por momentos sintió cierto placer en algunas de esas sesiones de sexo violento, pero últimamente está de mal humor y no soporta esa manera bestial con que la trata aquel hombre.
Por otra parte, Facundo, su amante adolescente (ver Ana 4) la había abandonado. En realidad sólo se había ido de vacaciones con su familia, pero para ella de todas formas es un abandono. Ana le dicta clases de violín, y entre Mozart Y Chopin, se lo coge con ternura. Lo que más le gusta al chico es penetrarla mirándola a los ojos, mientras ella levanta las piernas y apoya los talones en sus hombros. Es el único de sus amantes a quien realmente aprecia. No es muy hábil en la cama, pero eso es más ...
... que nada por su corta experiencia. Pero para eso estaba ella, para enseñarle a tocar el violín y a coger bien, y al menos en lo segundo, ya estaba progresando. Cada vez mantenía sus erecciones durante un tiempo más largo, y ya sabía hacerla acabar lamiéndole el clítoris. Pero en fin, el chico terminó la escuela y sus padres lo llevaron a la costa.
También estaban aquellos tres pendejos, de la misma edad que Facundo (ver Ana 5), quienes, habiéndose enterado, por casualidad, de la relación que mantenía con el chico, la extorsionaban, amenazándola con hacer pública su relación y escracharla en las redes sociales. Ana no soportaría semejante humillación, así que optó por pagar el chantaje, que, por supuesto, consistía en una cantidad indefinible de cuotas de sexo.
La última vez que Juan, Diego y Carlos, es decir, los chantajistas, la fueron a visitar, le ordenaron que use un vestido negro, con lunares blancos con el que la vieron en una foto de Facebook. Era una prenda muy simple, pero sensual. Tenía la espalda desnuda y le llegaba un poco por encima de las rodillas. Ni bien cruzaron la puerta, la rodearon, Juan y Diego le arrancaron el vestido tironeándolo de un lado a otro, hasta hacerlo hilachas, para luego hacer lo mismo con su bombacha, mientras Carlos, el más amable y civilizado de los tres, le desabrochaba el corpiño. Una vez que la dejaron en bolas, la pusieron contra la puerta y se turnaron para penetrarla. Carlos será muy amable y caballero, pero una vez que vio ...