Ana 6: desencadenada (Parte 1)
Fecha: 09/01/2019,
Categorías:
Transexuales
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... ese culo respingón esperándolo, no se comportó muy diferente que sus secuaces, y se la cogió de parado mientras ella arañaba la madera y rogaba que su vecino no escuche sus gemidos, a ver si en un ataque de celos hacía una locura.
Por todo esto Ana está cansada de los hombres, ya sea por la bestialidad, la manipulación o el abandono, los detesta. Así que decidió que a partir de ahora, ella también usaría a los hombres, los poseería cuando le viniese en ganas, y los dejaría, totalmente enloquecidos y calientes, porque si la deseaban de solo verla, mucho más le anhelarían luego de poseerla, y mucho más sufrirían con cada rechazo, porque sabiendo lo abierta y entregada que era en la cama, su negación sería catastrófica. Los llevaría del cielo al infierno.
No podía vengarse, por ahora, de su vecino ni de los pendejos, así que elegiría como presa a algún desconocido, algún pobre infeliz que cargaría con la culpa de todo el género masculino. Tenía varios amantes ocasionales y aún más pretendientes, que se la pasaban mandándole mensajes para verla. Pero eso tampoco le interesaba, esos hombres la habían escogido viendo una foto suya en Facebook, o conociéndola en algún concierto. Todos la habían elegido, y sólo querían una cosa, pero ahora sería ella la que elija.
Piensa en todo esto sentada en el living, y cuando deja de rememorar se sorprende descubriendo su mano apretada entre las piernas, mientras acaricia su sexo. Entonces suena el timbre.
Se había olvidado, había ...
... hecho un pedido al supermercado por internet, y el cadete ya había llegado. Le pidió al portero que lo deje subir. Se recriminó el no haberse arreglado mejor, para poder seducir a quien fuese que estuviese subiendo por el ascensor, pero ya era tarde, solo tuvo tiempo para desenredarse un poco el pelo.
En vano se preocupó por no verse presentable, porque cuando el cadete del supermercado la vio, se encontró con una linda rubia, petisa, una mujer con cara de nena, que vestía una remera celeste, ajustada, que marcaba sus pechos firmes y duros por la reciente excitación, y exponían los pezones, puntiagudos, porque entre casa, Ana no usa corpiño. El hombre que había entrado es apenas más grande que Facundo, todavía tiene las marcas de acné en el rostro, es de pelo negro con un peinado que simula ser despeinado, no es muy alto, pero aun así ella apenas le pasa el hombro. Tiene la mirada clavada en sus tetas, y parece no percatarse de lo obvio de su mirada.
—Hola, Pasá — le dice Ana con una sonrisa pícara. Le resulta gracioso que después de preocuparse por no estar producida, su costumbre de no usar corpiño entre casa le haya dado más resultado que cualquier maquillaje o prenda sexy. —Por acá — le indica al chico. Mientras escucha el ruido del carrito con la mercadería que arrastra, está segura que le está mirando el culo, porque si bien la calza es vieja y está un poco desgastada, se ajusta perfectamente a las nalgas. Para excitarlo aún más empieza a menear la cadera a cada ...