1. Ana 6: desencadenada (Parte 1)


    Fecha: 09/01/2019, Categorías: Transexuales Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... paso que da. El chico, efectivamente la ve como hipnotizado, y tropieza con una mesita que está antes de entrar a la cocina.
    
    —Huy, perdón. — se disculpa, sonrojado.
    
    —No pasa nada. — le dice ella, dándose la vuelta, y regalándole una media sonrisa, sensual.— dejame todo por acá. — le señala la mesada — ¿querés un vaso de coca?
    
    —Si, muchas gracias señora. — dice él, mientras va poniendo las bolsas en la mesada.
    
    —¿cómo señora? — dice Ana, fingiendo enojo — tengo apenas treinta años y soy soltera.— mientras dice esto, pone la mano en la cintura y flexiona la pierna derecha un poco. El cadete nota que la calza se ajusta al sexo de Ana tanto como a sus nalgas. La forma de su sexo se percibe a través de la tela, lo que significa que está depilada.
    
    —Si, perdón, sos muy joven. Es que siempre me atienden señoras grandes, y… la costumbre viste. — comenta sin dejar de mirarla.
    
    —Bueno disculpas aceptadas. — dice ella mientras saca de la heladera la botella de coca. Para hacerlo, hace una leve inclinación, eso nunca le falla, exponer el culo de esa manera, haciendo algo tan natural como sacar una botella de la heladera, puede enloquecer a los hombres, ella lo sabe, y siente nuevamente la mirada en el trasero. Cuando se da vuelta para servir en el vaso, el cadete desvía la mirada y sigue colocando la mercadería en donde ella le indicó, pero cada tanto, la mira furtivamente, para luego volver a su trabajo. Ella le entrega el vaso con la coca bien fría.
    
    —¿qué mirás? — ...
    ... le dice, sonriendo, para que no se sienta intimidado por la pregunta.
    
    —A vos. — le dice el cadete, que de repente pareció perder toda su timidez. — disculpame pero sos muy linda. — le dice, esta vez clavándole la mirada a los ojos. Ana siente aflorar en el cadete esa faceta bestial que conoció en tantos otros hombres. El hambre de sexo, las ganas de devorarla, de meterse dentro suyo, le anularon la personalidad y sólo quedó el instinto animal.
    
    —Jajaaja gracias. — dice Ana con una risa histérica, entregándole el vaso con gaseosa. Desvía la mirada a la bragueta del pantalón del cadete, y nota la hinchazón. A él no se le escapa aquel reconocimiento y se envalentona un poco más.
    
    —En serio, sos muy hermosa.
    
    —Gracias. — repite Ana, esta vez con una leve sonrisa. Corre un mechón invisible de su frente y lleva el cabello detrás de la oreja, un gesto de falsa timidez. Él se toma la coca de una vez. Ana se pregunta si se va a animar a acercarse y a comerle la boca, o más aún, si se le va a tirar encima y se la va a coger en el piso, o encima de la mesada, aplastando toda la mercadería mientras la penetra. — bueno, gracias por todo. — le dice. — te voy a deber la propina.
    
    —Vos llamá al super cuando quieras, que no me voy a molestar porque no me des propina— dice el cadete. — Me llamo Ramiro.
    
    —Bueno Ramiro, gracias por todo.
    
    Lo acompaña hasta la salida.
    
    —Entonces nos vemos. — le dice Ramiro en el umbral de la puerta.
    
    —Dale, nos vemos la próxima. — se despide ...