¡Mi hermana, mi mujer, ufff!
Fecha: 20/01/2019,
Categorías:
Hetero
Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... es que me gusta que seas tú misma.
Ana no dijo nada, aflojó la presión de sus manos. Yo incliné mi cabeza y llevé mis labios a su oreja. Comencé a susurrarle al oído que era muy hermosa, que era la mujer más hermosa que había visto en mi vida, que tendría suerte quien estuviera con ella, quien la tuviera entre sus brazos. Ana no se movía, notaba su cuerpo inmóvil, como hipnotizado, sus pezones eran una erupción interminable que amenazaba con desgarrar la tela del bikini. Mi pene ya totalmente tieso había alcanzado su trasero, aún así, con mis manos ya libres la cogí por la cintura y la atraje hacia mí hasta que nuestras caderas quedaron pegadas. Mi polla a través de la tela del pantalón rozaba todo su culo y la parte de abajo de la espalda buscando un espacio libre en donde poder acomodarse. Empecé a morderle la oreja. Hubo un instante perfecto en donde el tiempo pareció pararse, en donde todo parecía un sueño posible. De repente Ana se incorporó, se ajustó discretamente el bikini y se puso las gafas de sol. Su voz parecía temblar.
No sé qué haces. Nos va a ver todo el mundo.
Con un movimiento rápido cogió una toalla y me la puso sobre la entrepierna mientras ella se levantaba. Volvió un instante la vista pero con las gafas de sol no podría decir si me miró a los ojos, y enseguida se alejó. Unos segundos más tarde estaba en el agua con los niños.
No hablamos nada al volver a casa, ni tampoco en la comida. Tras la sobremesa se repitió el ritual de todos los ...
... días y Gloria y Ana subieron arriba a dormir. Aquel día ni siquiera quise comprobar si la puerta estaba cerrada. Presté más atención que nunca a la conversación con mi madre y el tiempo también pasó más rápido que cualquier otro día. Cuando se hizo de noche remitió algo el calor, y con él el sopor que nos invadía. Mientras cenábamos Gloria nos explicaba claramente sus planes.
Nos ponemos guapos y nos vamos a la fiesta. Tú tiras un poco al blanco a ver si nos consigues un muñeco. No lo conseguirás naturalmente y ahí tendremos el primer conflicto de la noche, pero, ajá, lo esquivamos hábilmente, deslizando a escondidas unas monedas al feriante para que simule que derribas alguno de los cartones y nos llevamos un osito. Subimos a los autos de choque, los niños al tiovivo, un poco de sangría.....
Ay, hija!, yo no creo que dure mucho, ya no tengo el cuerpo para tantas fiestas.
¡Tonterías, mamá! Es una vez al año.
Ya, pero...
Gloria se incorporó.
Entonces decidido, vamos a lavar los platos, una duchita y a bailar un poquito, ¿pondrán este año también para bailar, no?
Eso no puede faltar.
Gloria se acercó a mí y me pasó las manos por la cintura, jugando.
¡Qué ganas tengo de que me saques a la pista, muñeco! Como en nuestras primeras citas. Ya se me van las piernas, ¿ves?
Gloria se alejaba moviendo las caderas con varios platos sucios en una mano mientras con la otra describía círculos apuntando al cielo. Los niños a su alrededor le agarraban del vestido ...