¡Mi hermana, mi mujer, ufff!
Fecha: 20/01/2019,
Categorías:
Hetero
Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... correctamente clasificados.
¡Eres un golfo!
¿Un golfo? ¡Qué va... si las mujeres hacéis conmigo lo que os da la gana! Pero, bueno, ¿oyes eso, preciosa?, - (se encaró con Ana)- esa canción sonaba aquel verano en el que te empezaron a salir las tetas. Debe haber un significado cósmico para todo esto. ¿Y sabes qué? Vamos a buscarlo tú y yo juntos-.
Andrés agarró a mi hermana y la llevó de nuevo a la pista. Y allí nos quedamos los demás. Jacinto miraba incómodo el reloj.
Bueno, ¡cómo es Andrés!, ¿eh? Hay gente a quien los años no cambian. Me voy a tener que ir, es un poco tarde. De verdad, que me alegro mucho de haberos visto, me voy a quedar unos días más en el pueblo, quizás podamos tomarnos una copa, o mejor una limonada fresca.
Claro- le dije. ¿Por qué no te pasas mañana por la tarde y charlamos?
Jacinto sonrió.
Lo haré.
Le dio dos besos a mi mujer y estrechó mi mano con más firmeza que la primera vez. Le vimos alejarse. Eran casi las tres de la mañana.
No deberías beber más.
Si apenas mojo los labios, nena.
No guantas el alcohol y hoy te estás pasando.
¿Pasándome? Exageras.
Te estás pasando, no tanto como esos dos, pero...
Me volví. Andrés y mi hermana ya no bailaban. Me costó localizarlos. Estaban en un rincón junto a una enorme maceta, abrazados. Se estaban besando, marreándose para ser más exactos. Mi ex-amigo estaba comiéndole la boca a mi hermana de una manera salvaje. La mordía los labios, la besaba bruscamente y se retiraba ...
... incorporándose en toda su estatura, entonces ella con la boca abierta buscaba de nuevo ansiosa los labios de él poniéndose de puntillas intentando alcanzarle. Andrés la agarraba por el culo alzándola levemente y se agachaba de nuevo encontrando otra vez la boca de ella, y así se enredaban en un nuevo beso salvaje. Las manazas de él apretaban el culo de mi hermana retirando el pequeño pantalón hacia arriba hasta que las nalgas de mi ella se hicieron claramente visibles. Le daba pequeños cachetes, variando el ángulo y la posición y ella respondía estremeciéndose, separándose un momento de él para coger aire para suspirar y sonreírle, y acto seguido volver a llenarse la boca con su lengua. Pronto las bragas de Ana se hicieron visibles. Eran negras aunque en la distancia no podía distinguir el género. Miré alrededor, otras parejas se besaban, bailaban, bebían, algunos hombres solos miraban a su alrededor, Gloria estaba absorta, contemplando la escena.
Se la va a follar, cielo. Esta misma noche.
No creo. No... no lo creo
¿No? Es un cazador y ya tiene presa.
De repente Andrés le dio la vuelta a Ana y nos la puso de frente. Sin cortarse lo más mínimo empezó a acariciarle los pechos por encima de la camiseta, con suavidad, discreta pero rotundamente. Ella se dejaba hacer con una sonrisa. Le agarraba las manos por las muñecas y seguía los movimientos circulares de él alrededor de sus tetas. De esta manera le acompañó en el viaje por su cuerpo cuando bajó hasta su cintura, ...