LA COMPAÑERITA MÁS GUAPA DE MI HIJA SE QUEDA A DOR
Fecha: 25/01/2019,
Categorías:
Jóvenes
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... completamente vestida y con los zapatos puestos. Por la postura hacia su izquierda, su trasero sobresalía un poco más. Me quité el bóxer, encendí la luz de la lámpara y lentamente me acosté tras ella. Con mi mano izquierda, sobre el vestidito acaricié suavemente sus nalguitas. Ni se movió. Apreté su nalga izquierda y se alejó un poco, sin despertar. Entonces me le acerqué hasta poder restregar con mi pene su trasero y mi pierna izquierda rozaba la suya. Me puse a mil. En un momento dado, con un gesto de coquetería pero evidentemente dormida, se puso completamente boca abajo y abrió sus piernas, dejando su tanguita negra al descubierto. Metí mis manos y empecé a acariciar entre sus piernas, mientras la quinceañerita se movía con satisfacción, ignorando quién la estaba excitando. Cuando hice a quitar sus bragas, en un inicio opuso resistencia, me detuve y volví a insistir; esta vez permitió que lo hiciera, aún boca abajo. Apoyándome a los lados de su cinturita, me coloqué sobre ella y fui rozando mi pene humedecido en su deliciosa vaginita. Se movió con suavidad, participando entre su borrachera. Muy pronto dejé de contenerme y se la introduje de a una sin dudar. Ella dio un salto y aún clavada, me miró e intentó gritar. Sin sacar mi polla, presioné con mis caderas y mientras mi mano izquierda tapó su boca, con la derecha le alcancé la foto donde la tenían bien penetrada.
-Te prometo que seré breve, te haré gozar más que él y Alonso no sabrá nada. ¿Entendiste?
Dudó ...
... unos segundos, lanzó un suspiro de resignación y asintió con la cabeza.
-Buena chica. Te haré mía y te va a gustar. Te lo prometo, mi amor.
Volví a mi posición original y me puse a meter y sacar despacito, gozando cada roce mientras Katy se dejó caer y se quedó quieta, como una estatua sin disfrutar ni un poquito peor eso no me importó; el roce de sus nalguitas me encantaba, las miré y me puse a darle con todo, viendo como saltaban con cada empujón. Con mi mano derecha tomé su cabecita y la volteé para empezar a mordisquear y lamer su oreja y mejilla, jadeando como un perro mientras azotaba su vagina con fuerza, metiéndola cada vez más adentro. Cuando sentí que me venía, la saqué. Ella seguía acostada sin gesto alguno.
-No te preocupes, bebé: no te voy a fallar. Ya verás.
La puse boca arriba, me miró brevemente con gesto de censura, cerró sus lindos ojitos marrón y volteó hacia su derecha mientras yo alzaba sus muslos para abrirla bien y penetrarla de frente. Una exquisitez de piel y vaginita totalmente rasurada. Me apoyé entre sus brazos, mientras los míos sostenían sus deliciosas piernas y me puse a rozar sus vaginita.
-Siente qué delicia, mi amor. ¿Te gusta?
No dijo nada ni hizo gesto alguno. Solo esperaba a que yo terminara.
-¿No te gusta, mi amor?
Se la metí despacito y empecé a meterla y sacarla totalmente, suavemente y disfrutando al punto que yo temblaba de la excitación. Me entusiasmé y le di con todo, durísimo. Me puse como un salvaje, la cama ...