1. La venganza (entre mis piernas)


    Fecha: 12/08/2017, Categorías: Infidelidad Autor: erotikakarenc, Fuente: RelatosEróticos

    ... Recuerdo que cuando íbamos a la facultad tú ibas detrás de mí – empecé a insinuarme.
    
    Tomás estaba frente a mí, sin saber que hacer, así que cogí su mano y la puse en mi cadera, después rodeé su cuello con mis manos y pegué mi cuerpo al suyo todo lo que pude.
    
    - Sí, te deseaba tanto – musitó – como ahora... – soltó tragando saliva otra vez.
    
    - ¿Me deseas? – Le pregunté, acercando mi boca a sus labios y haciéndome la inocente.
    
    - Sí – respondió, sus labios rozaron los míos y nos besamos apasionadamente. El pez había picado el anzuelo, ya sólo era cuestión de segundos que lo tuviera entre mis piernas.
    
    Mis manos acariciaron todo su cuerpo por encima de la ropa. Estaba dispuesta a todo para llevar a cabo aquella venganza, y saber que el plan estaba saliendo bien, me daba una gran satisfacción.
    
    Llevé mis manos hasta su sexo, lo acaricié por encima del pantalón, luego le bajé la cremallera, busqué dentro y saqué un enorme y erecto falo, que altivo me miró, vibró y apuntó hacia el lugar que tanto deseaba. Me arrodillé frente a él. Tomás me miraba anonadado mientras se dejaba hacer, parecía que no se creía lo que estaba apunto de suceder. Acerqué mi lengua a aquel delicioso manjar, lamí la punta con suavidad, observando a Tomás. Sus manos se posaron sobre mi cabeza, enredando sus dedos en mi pelo; y entonces apretó para hacer que su glande entrara en mi boca. Enseguida empezó a empujar mi cabeza, marcando el ritmo de las embestidas de su polla en mi boca. Yo sólo ...
    ... trataba de recibirla, de saborearla, de lamerla tan bien como podía. Y empecé a sentirme excitada, a desear algo más que una simple mamada. Por eso, me levanté la falda, y con un par de dedos empecé a acariciarme el sexo que estaba húmedo y ansioso de placer.
    
    - ¡Uhm que putita eres! - Murmuró Tomás al ver como me acariciaba el sexo y me movía al ritmo del placer que sentía – anda ven aquí que te de lo que te mereces – añadió haciéndome poner en pie.
    
    Obedecí sin rechistar, pues lo único que quería era satisfacer a Tomás. Darle lo que quería para que quedara rendido a mis pies, y deseara más. Me puse en pie, dejé que me apoyara sobre la mesa, que me quitara la falda y me hiciera recostar sobre la mesa. Entonces sentí su lengua rozando mi sexo húmedo. Gemí, me estremecí con aquel leve contacto, y cuando sentí su lengua surcar mi vagina, aún me estremecí más.
    
    Era maravillosa la sensación de placer y poder que sentía, la satisfacción de saber que la venganza se estaba haciendo efectiva, que Tomás era mío por un rato y que se estaba muriendo de placer por mí y conmigo. Su lengua surcó ávida mi sexo, lamió mi clítoris, mis labios, mi vagina, se introdujo en ella como si fuera un pene, una vez, dos, tres, cuatro, haciéndome gemir y estremecer sin remedio hasta que me tuvo al borde del orgasmo y en ese momento, dejó de lamerme. Me hizo poner bocabajo sobre la mesa, con las piernas apoyadas en el suelo, restregó un par de dedos por mi sexo, los introdujo de nuevo, haciéndome gemir ...