1. Tren


    Fecha: 29/01/2019, Categorías: Anal Autor: arafel, Fuente: CuentoRelatos

    ... aquellos que pagan por el sexo. El hecho de intercambiar dinero o favores parecía darle alas a la hora de cumplir fantasías. Habían pagado, así que tenían derecho a todo.
    
    “No la chupa bien”, me dijo el revisor. El comentario me pilló por sorpresa. No había preguntado y desde luego no esperaba mantener una conversación con él. Pero no hubo conversación. Empezó a desvestirse y en menos de un minuto estaba totalmente desnudo delante de mí con la ropa esparcida por el suelo.
    
    Sudor. Ese hombre apestaba a sudor. Y creo que se dio cuenta de mi repulsión porque durante una fracción de segundo pareció querer pegarme. El momento pasó y en su cara se dibujó una sonrisa juguetona y hasta cierto punto cruel. Se agachó y rebuscó en los bolsillos de su chaqueta. Le vi sacar un guante de látex y varias bolsitas de lubricante que posó en el extremo del banco.¿Cómo de prevenido hay que ser para llevar un guante de látex?
    
    El chico seguía sin moverse. A lo mejor esperaba que si no se movía todo pasaría más rápido. Tal vez por eso no supo reaccionar cuando el revisor se sentó a horcajadas sobre su pecho aprisionándole los brazos con su peso. La polla posada sobre el estómago, todavía dura y dirigida hacia la polla del chico que no estaba dura del todo. A pesar de las lágrimas lo estabas pasando bien, ¿eh?
    
    “Cómeme el culo.”
    
    La orden del revisor tuvo que sonar totalmente insospechada. Alcancé a oír un leve “qué” antes de que su cara quedara encerrada entre los cachetes del culo del ...
    ... revisor. Este alargó la mano y agarró con fuerza los huevos del chico, retorciéndolos.
    
    “Qué me comas el culo, joder!”
    
    Un grito ahogado, la mano del revisor que cerró un poco más la presa mientras frotaba su culo contra la cara morada del chico. La sonrisa regresó.
    
    “Así putita, come.”
    
    Sus ojos me taladraban mientras cabalgaba la cara del chico. Su polla daba pequeños saltitos y una gota brillante la unía con la piel del muchacho. Sin prisa, quería que su culo quedara bien limpio, al parecer. Y cuando notaba algún posible titubeo retorcía un poco los huevos para asegurarse una colaboración total. Sus dedos además parecían querer explorar el ano del chico. Probablemente seguía bastante abierto y el metía la mano entre ambas piernas, aunque la postura no pareciera demasiado cómoda.
    
    Le cogió las piernas con ambas manos y las levantó haciendo que reposaran en su pecho. Resultaba chocante ver con qué facilidad manejaba el cuerpo del muchacho, como una marioneta pequeña y bien engrasada. Con sus piernas sobre el pecho, los brazos y la cara aprisionados y por lo demás inmóvil, la visión del ano enrojecido era perfecta y los dedos podían entrar con mayor facilidad. Escupió sobre él y sus dedos jugaron con la saliva. Primero un pulgar, después el otro y finalmente ambos a la vez tirando en direcciones opuestas.
    
    Los gritos ahogados del chico volvieron durante unos instantes. El revisor levantó su mano derecha y le dio una fuerte cachetada en medio y medio del culo. El ...
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